La doctora Lola Naya sabía, desde pequeñita, que quería ser médica, su vocación estuvo siempre clara, así que, se formó como médica de familia y como cirujana plástica. Una enfermedad la apartó de sus pacientes dos años atrás y, ahora que se encuentra un poco mejor, no ha dudado en apuntarse como voluntaria para prestar atención sanitaria desde el otro lado de la línea telefónica, a través del 900 400 116, el número que ha abierto la Xunta para resolver las dudas de las personas que piensan que pueden padecer coronavirus y que, ayer, empezó a funcionar en A Coruña con el soporte de médicos jubilados.

Es un proyecto piloto, que cuenta ya con una lista de cuarenta facultativos dispuestos a contestar cuando suene el teléfono, aunque los primeros días, la prueba se hará con menos profesionales para ver cómo funciona y qué se puede mejorar.

"Solo quiero devolver un poco de todo lo que se ha hecho por mí durante estos años", resume la doctora Naya sus razones para prestarse voluntaria a poner en marcha este proyecto, que cuenta también con la participación del doctor Fernando Diz Lois.

"La primera llamada de A Coruña la cogí yo. Estoy muy ilusionada por poder ayudar en este momento tan complicado", relata Naya. Fue una mujer que se sentía un poco mal y que, presionada por su familia, se decidió a llamar al teléfono del Sergas y a elegir la opción de que la atendiese un profesional ya jubilado. "Quedó muy aliviada, le resolvimos el problema, le dimos unas pautas para mejorar su situación, quedó contentísima y nos dijo que la habíamos curado ya. Porque en casa le decían que llamase por si tenía coronavirus, tenía mocos y no se encontraba bien y no podía contactar con su médico de cabecera, porque está todo saturado. Fue muy bonito", relata Naya que tiene en casa el teléfono al que se derivan las llamadas del 900 400 116 y que, una vez que este grupo de profesionales pionero ponga en marcha el proyecto, tiene claro que se meterá en los turnos que se repartan con los demás compañeros jubilados que han decidido arrimar el hombro.

Para poder ponerse de este lado del teléfono cuentan no solo con su experiencia, sino también con unos test de síntomas, que les ayudan a decidir qué hacer después. "Les preguntamos si tienen fatiga en reposo, si tienen fiebre... Unas claves que nos orienten hacia el diagnóstico", comenta. En caso de que el paciente pueda ser un posible contagiado de Covid-19, se ponen en marcha otros mecanismos que ya dejan fuera a los médicos retirados y los ponen en manos de los sanitarios que están en activo, bien sea para que vaya un equipo a realizarles las pruebas a casa o para que les llame su médico de cabecera.

"Nuestros compañeros nos mandan whatsapps animándonos, amigos a los que les explicamos el proyecto nos dicen que, a las ocho, aplaudirán también por nosotros y eso es muy bonito", comenta la doctora Naya.

En la misma situación, con el teléfono muy cerca se encontraba ayer Joaquina Golmar. Lleva cuatro años jubilada y, asegura que, aunque no echa de menos la profesión porque ahora puede hacer otras muchas cosas que le gustan, su "vocación de servicio' es tan fuerte que no dudó en enrolarse en este proyecto piloto para ayudar a sus compañeros a combatir el contagio. A un lado se quedan por unos días los clubes de lectura y las clases de arte...

Estudió la especialidad de Medicina Interna, pero trabajó siempre en Atención Primaria, 25 años, en Arteixo y después, en el centro de salud San José, en A Coruña. "La situación que estamos viviendo es muy dura y, si puedo ayudar un poquito, lo hago encantada", comenta Golmar, a la que interrumpe una llamada desde el otro teléfono. El importante, el que salva vidas.