"Los coruñeses son dóciles y honrados. Muy amantes de su patria y país natal. Dedicados al comercio y muy sufridos para toda clase de trabajos, especialmente para la guerra. Sus poesías y canciones populares son tiernas y sentidas, y su instrumento favorito es la gaita". Así resumía Francisco Boronat y Satorre, un prolífico editor del siglo XIX, el carácter de los vecinos de la ciudad cuando se propuso hacer un mapa litográfico que retratase toda la provincia. Por aquel entonces, todavía se hablaba en leguas y se usaba el "dialecto" del gallego, decía. Recorrer municipios como Carballo y Betanzos era más farragoso, y hacer constar todos los pueblos y aldeas, un reto para la paciencia. Aun así, había quien como él quería dibujar en papel el mundo, algo que hizo durante 20 años en varias ediciones de atlas de España.

Sus trabajos no incluían solo la cartografía de la zona. Había alrededor todo un trabajo de investigación que iba desde el clima hasta la industria, las diversiones públicas o el recorrido histórico del punto en el que se había enfocado. En el caso de la ciudad y su área, se indica hasta donde podían encontrarse los telégrafos. Si uno estaba en1800, y se veía en la necesidad urgente de mandar un telegrama, más le valía estar en A Coruña o Ferrol, donde el servicio era permanente, o en Betanzos y Santiago, que los mandaban a diario.

A lo largo de ellas, se extendían las "fábricas de vidrio, de guantes de París, papel, jabón y chocolates". Parece una A Coruña muy lejana, pero ya lucía el escudo que hoy engalana los edificios. El distintivo corona el documento, uno de los muchos que guarda la Biblioteca Digital Mundial. Con el estado de alarma alimentando el tedio en los hogares, y la multitud de respuestas solidarias, la institución ha decidido abrir al público sus archivos, entre los que se encuentran pequeños vistazos del pasado de la urbe y sus comarcas.

Aquella ciudad de casas bajas de la que Boronat dejó una vista en su escrito „más parecida a un pueblo pesquero que a una moderna urbe„ no es la ventana más antigua. El internauta puede navegar hasta la bahía coruñesa en compañía del corsario Francis Drake, cuando recaló en la costa junto al general John Norreys. El centro bibliotecario contiene el manuscrito, realizado en pluma y acuarela, con el que los marineros se guiaron en la primavera de 1589. En el apogeo de la contienda anglo-española, la reina Isabel I de Inglaterra envió una expedición para acabar con los buques de la Armada que se habían refugiado en Santander y A Coruña, donde se produjo la popular batalla que auparía a la historia a María Pita.

Los mapas señalan los puntos en los que se pensaba acometer el ataque, y otros datos útiles como los pies de agua que se alcanzaban en la bahía coruñesa. El estudio no sirvió para brindarles la victoria, pero permite asomarse, más allá de la estatua frente al Concello, a la magnitud del enfrentamiento. No es el único del que deja constancia el archivo pues quizá, como señalaba Boronat, la ciudad sí fuera amante de las guerras.

Otro mapa, esta vez realizado por el geógrafo escocés Alexander Keith Johnston, muestra la batalla que tuvo lugar en 1809 durante la Guerra de la Independencia, cuando los británicos tuvieron que ser evacuados en A Coruña ante la superioridad de las fuerzas napoleónicas.

El plano deja ver el acorralamiento que sufría el ejército de Gran Bretaña. Elviña era el punto de división entre la infantería francesa y la anglosajona, según el documento, que da cuenta de edificaciones ya inexistentes, como los fuertes de San Diego y Oza. En sus muelles, y hasta San Antón, aguardaba la flota inglesa para llevar a sus hombres a casa. En ella no pudo viajar el general Sir John Moore, enterrado en el jardín de San Carlos, que pereció en la batalla.

Como contrapeso a la mirada británica, la Biblioteca Digital Mundial guarda una joya con sello francés. Se trata de una cartografía datada en 1619, de nuevo con denominaciones ya desaparecidas, como océano Occidental en lugar de Atlántico. El mapa señala por su valor la Torre de Hércules, aunque recorre toda Galicia. Lo mismo hace la carta geométrica de Domingo Fontán, responsable del primer mapa topográfico científico del territorio, que dedicó 17 años a su perfeccionamiento.