El pasado mes de septiembre, Adelina Elena Buzdugan hizo las maletas y puso rumbo a A Coruña desde Hunedoara, Rumanía, para continuar con sus estudios en el máster de Psicología Clínica. La vida junto al mar y las vistas al atardecer de la ciudad tomaron partido en una importante decisión que, según cuenta, no pudo haber sido más acertada: "A Coruña es ideal para un estudiante internacional. Su belleza natural, su patrimonio histórico, su gente, la vida nocturna, la gastronomía... No podría ser más feliz aquí".

Por aquel entonces comenzaba su gran aventura con el programa académico Erasmus+, pero no se imaginaba que su experiencia sería muy diferente a la de todas las generaciones anteriores de trotamundos universitarios. Cuando el coronavirus apareció en escena en Wuhan, Buzdugan y sus compañeros ya sospechaban que no tardaría en llegar a Europa: "Y así fue. Cuando comenzó a propagarse por aquí y por España, supimos que era cuestión de días que declarasen la cuarentena".

Ante la situación, muchos estudiantes optaron por regresar a sus casas, aunque otros, como Buzdugan, decidieron permanecer en el país por seguridad. "Yo también me planteé volver a mi hogar, pero no era aconsejable viajar, así que decidí quedarme aquí con mis compañeros. Pese a todo lo ocurrido, estoy pasando unos días geniales gracias a ellos", explica.

En la Residencia Elvira Bao hay al menos nueve estudiantes internacionales, algunos provenientes de China, y en la residencia Rialta permanecen confinadas al menos 60 personas, aunque según el director, Carlos Vázquez, "no todos son de otros países". "Tenemos muchos gallegos y de otras ciudades de España que han decidido quedarse. Cada habitación es como un apartamento, así que es como si cada uno estuviese aislado en su propia casa", explica Vázquez.

En el caso de Adelina Elena, esta comparte piso con otras cuatro estudiantes de Brasil, México y Alemania, y edificio con otros tres Erasmus de Alemania y República Checa. "Somos como una familia. Esto es diferente a todo lo que me había imaginado, pero estamos aprovechando estos días para aprender y conocer mejor nuestras culturas", comenta la joven. Así, desde hace dos semanas, los Erasmus ocupan su tiempo practicando yoga, estudiando español y viendo películas clásicas. "También bailamos y comemos tapas, y siempre que podemos vemos el atardecer por la ventana", añade la estudiante.

Sin embargo, el corazón de todos ellos se encuentra en sus respectivos países, con sus familias, y la preocupación por la propagación del virus no cesa, más aun estando lejos de sus hogares. "Por ahora están a salvo y sanos, pero no es agradable estar separados. Permanecemos en contacto, y espero que todo mejore cuanto antes para encontrar una forma de volver a casa".

Cuenta Buzdugan que, al decretarse la cuarentena, la Universidade da Coruña se puso en contacto con todos los estudiantes internacionales en la ciudad para "ofrecer su apoyo y asesoramiento", y que gracias a las medidas adoptadas por los docentes, la cancelación de las clases presenciales no ha supuesto un problema para su rendimiento académico: "Los profesores están dando lo mejor para seguir formándonos a través de actividades, proyectos y clases online".

Todavía no se sabe con certeza cuánto más va a durar el confinamiento, pero Adelina Elena tiene claro lo que hará nada más salir: "Voy a correr a lo largo de la costa, a tirarme en la playa con mis amigos y a subir al monte de San Pedro a ver el atardecer".

La joven también recuerda a todos aquellos que están pasando por su situación que lo importante es "saber aprovechar esta experiencia inolvidable, pese a las condiciones". "Las cosas no siempre salen como uno planea. Yo he podido disfrutar de Galicia desde septiembre, pero todo esto me ha enseñado a adaptarme a las circunstancias, a cooperar, a respetar y a apoyar a los demás, y no me arrepiento de haber escogido este año para venir", concluye.