Echando de menos a los nietos, las caminatas y el fútbol de fin de semana, pero responsabilizado con la tarea de doblar la curva de contagios. Así pasa el confinamiento Javier Irureta, técnico deportivista campeón de Liga, en su casa de Getxo, desde donde atiende a este diario enfundado en un impecable chándal del Dépor con publicidad de Dreamcast, que ya lució en la temporada del estreno del Dépor en Champions (2000-01) y que ahora conserva como joya doméstica. "Es una situación dura la que nos toca vivir, pero hay que quedarse en casa. Yo estoy aquí con mi mujer. Hablo con mis hijos y mis nietos y los veo por el móvil, pero cuesta no estar con ellos. Antes, como jubilados, a veces íbamos a recogerlos a la parada del bus del colegio", apunta sentido, desgranando los peajes sentimentales de la cuarentena. "También hago ejercicio e intento leer más", añade de una rutina que ha cambiado radicalmente en tres semanas.

Ver a Jabo Irureta caminar por el paseo marítimo de A Coruña y prodigarse en saludos y charlas con casi cualquier transeúnte formó parte del día a día de la ciudad entre 1998 y 2005. Esa misma rutina, ya fuera del circuito de los banquillos profesionales, la conservaba en su retiro vasco, donde disfrutaba de travesías de "unos diez kilómetros" cada jornada. Ahora busca diversificar su día a día, sin olvidarse de mantener el tono físico. "Ya no estoy para muchos trotes, pero estiro un poco, hago abdominales y fortalezco los brazos con pesas que tengo en una habitación. Es tan solo media hora, pero me sienta muy bien".

El hueco que no termina de llenar es el del fútbol de fin de semana. Ya como técnico en activo devoraba partidos y partidos en su famosa habitación 514 del Meliá María Pita, mientras no dejaba de tomar notas, y en los últimos años tampoco había perdido esa costumbre. "Siempre veía el del viernes y luego tres o cuatro el sábado y otros tantos el domingo. El Dépor, el Oviedo... Mis equipos, pero también partidos de Primera, de Inglaterra o de Alemania. Me gusta variar", reconoce. Hace días fue uno más paladeando la repetición de la final del Centenariazo de 2002 que emitió Teledeporte y ve alguna redifusión más que ofrecen en ese y en otros canales temáticos, pero para él no es lo mismo que la adrenalina del directo, de la competición del día.

Lo que sí le sirve para ocupar el tiempo y colmar la nostalgia es recordar sus visitas de los últimos años a A Coruña con motivo del reportaje por los 90 años de Liga o a Oviedo al homenaje que le tributaron dos peñas. Más recientemente, hace menos de dos meses, se acercó un día a Bilbao para asistir a la conferencia de Lionel Scaloni, seleccionador argentino, en el Bilbao International Football Summit que se celebró en San Mamés. "Fue muy majo. Nada más verme me dijo que no había cambiado nada, que estaba igual que en A Coruña. Unas semanas más tarde jugaban ante Venezuela en Madrid y estaba empeñado en que fuese para presentarme a los jugadores, para que hablásemos", relata.

LA LECTURA

Mientras ayuda en lo que puede a su esposa y lidia con esa obsesión que le viene de los tiempos de la mili de que "no haya ninguna cama sin hacer en casa a las diez y media de la mañana", Irureta se lanza a la lectura con aquellas publicaciones que tenía un tanto atascada y que ahora ya ve con otros ojos, como El miedo del portero al penalti, de Peter Handke, Goiko5: corazón de león y una biografía de Fernando de Mallaganes, un conquistador como él. Uno de mares, otro de títulos.