"Nos han tirado a la piscina sin saber nadar y hemos tenido que aprender". Así resume la directora de la Grande Obra de Atocha, Teresa Iglesias, la impresión de varios centros y docentes de A Coruña, que han tenido que adaptarse a marchas forzadas a las clases a través de la Red. Tras la suspensión de la docencia presencial por la pandemia del Covid-19, los maestros señalan la incertidumbre como tónica habitual a la hora de impartir sus materias, en las que denuncian una falta de pautas para su evaluación por parte de la Xunta y la dificultad de llegar de forma telemática a todos los alumnos, aunque celebran las plataformas que la administración gallega ofrece online para facilitarles la transición.

Las aplicaciones en línea, sin embargo, no son suficientes para muchos de los docentes. Los maestros reclaman más recursos físicos para el alumnado, de modo que se cubran las necesidades de aquellas familias que no disponen de ordenadores o conexiones a Internet. La situación no se da de forma mayoritaria en los institutos, pero los casos existen, afirman los profesores, que aseguran que las carencias han generado grupos de estudiantes "desconectados". Centros como Afonso X O Sabio de Cambre, Grande Obra de Atocha, Nuestra Señora del Rosario y la Escuela Oficial de Idiomas reconocen que en sus clases hay estudiantes que "no responden", y cuyo avance formativo se entorpece por contar solo con datos móviles o hallarse incomunicados en el rural.

"Algúns teñen problemas económicos ou non teñen Internet na casa e vense en dificultades para facer os exercicios. Polo de agora imos traballando polo libro para gañar un pouco de tempo, pero se non podemos chegar a todos os rapaces, a avaliación equitativa falla", explica el profesor del Afonso X, David Díaz. Este docente de Lingua e Literatura Galega enseña a cerca de 150 estudiantes, y cifra en un 10% a los que caen en la brecha digital. El mismo abismo de "recursos y medios" está "muy claro" para Alicia Queiro, maestra en el centro de educación especial Nuestra Señora del Rosario, en el que estas complicaciones se extienden a "más del 30%" de los alumnos.

En colegios como este, dedicado a estudiantes con diversidad funcional, la situación se agrava. Ya no se trata de tener o no conexión, sino de que "les supera la forma de utilizarla". Cuando se cerraron las escuelas, los padres recibieron actividades impresas para sus hijos, pero el horizonte es incierto ahora que "se les están acabando". "Imagino que habrá niños que se van a quedar desconectados", lamenta la docente, que ha redoblado sus esfuerzos "trabajando hasta por la noche con las compañeras" para dotar de recursos y enlaces en red a las familias.

Al otro lado se encuentran madres como Yolanda Cotelo, de la Asociación de Nais e Pais (ANPA) del María Mariño, que se topa con la falta de técnicas específicas para enseñar a los pequeños. Asegura que educar a su hijo Mario "es muy difícil porque no está acostumbrado" a que sea ella "la que le enseñe", y percibe que "está retrocediendo a nivel de movilidad". Otros como José Manuel Boquete, vocal del ANPA en el colegio Enrique Salgado Torres, se declaran bastante satisfechos con la modalidad online, y con las vías que la Xunta ha habilitado para su funcionamiento. A E-Dixgal, una suerte de e-book con contenido educativo que la administración había repartido entre 435 centros gallegos y cuya solicitud reabre, se suman aplicaciones móviles como Abalar, con la que los padres pueden ver los mensajes del profesorado.

Boquete asegura que sus hijos se "enteran bastante bien", pero no tanto los progenitores. "Creo que estamos muy pez en herramientas informáticas", reconoce este padre, que afirma que la clausura de los colegios le cayó "por sorpresa de la noche a la mañana". La directora de su centro, Elena Siveira, también ha tenido que adaptarse al nuevo escenario. En el recuento de necesidades de su centro, ha identificado a cerca de 10 familias con las que todavía no ha logrado contactar tras el cese de las clases presenciales, cuyo "mayor problema" es, en su opinión, no disponer de conexión fija en el domicilio más que de dispositivos. Las actividades pueden realizarse en esos casos en fichas físicas, y corregirse a través de fotografías que se envían a los docentes, pero de nuevo surge el problema de hacerse con nuevo material. "Repartir no podemos repartir nada, porque ya no podemos entrar en el centro. A medida que veamos cómo son las dificultades trataremos de ir solucionándolas", apunta.

Tanto colegios como padres y profesores acusan esa improvisación a la que se han visto forzados. En la Grande Obra de Atocha afirman que se han "enterado de las cosas por la prensa y no por la Consellería de Educación", y afean a la entidad que abriera un portal digital "solo para la pública", dejando a un lado la concertada. Para Díaz, del Afonso X, "hai unha desorde completa". "Pasamos dúas semanas sen saber o que pasaba na segunda avaliación. Estábamos facendo tarefas no ordenador pensando que seguíamos nela, ata que nos dixeron que o trimestre remataba o 15 de marzo", cuenta.

El docente asegura que el profesorado se encuentra "siempre a la expectativa", y que los criterios cambian "a diario". Denuncia que las actividades online pasaron de no ser evaluables a serlo, y que cada profesor "seguiu un sistema distinto" para cerrar el segundo ciclo. Algunos "por edad" se encuentran menos versados en tecnología, pero se toparon este martes con el aviso de que tendrían que realizar desde el miércoles sus evaluaciones por videoconferencia. "Aínda non controlamos a aplicación e xa temos que empregala. Pinta que vai ser caótico, porque algúns compañeiros non teñen cámara ou cústalles incluso abrir o correo", lamenta.

En el departamento de gallego, formado por siete docentes, dos ya han afirmado que no podrán realizarlas. Díaz pide para ellos cursos gratuitos de formación digital, para reducir esa brecha que también repercute en los alumnos. Además de estos obstáculos, los maestros perciben en ellos una incertidumbre por "se van a aprobar, porque non teñen forma de facer os exercicios e non teñen culpa ningunha". Los estudiantes también reclaman pautas para el tercer trimestre y saber "se imos volver aos centros", para non "ter que traballar sobre areas movedizas".

A esas dudas se suma muchas veces una situación familiar difícil. Ocurre especialmente en el caso de la Escuela Oficial de Idiomas, integrada por un alto porcentaje de alumnado adulto. Su profesora de inglés en los niveles A1 y C2, la irlandesa Deirdre Barry-Murphy, ve en la edad de sus estudiantes una ventaja para ofrecer "más herramientas" en línea, pero detecta también que muchos están en "un momento complicado". Son varios, por ejemplo, los que "tienen que compartir el ordenador con el resto de la casa", por lo que apuesta por contactar con ellos para recordarles sus estudios "pero sin agobiarlos".

Señala sin embargo que paliar la angustia es difícil cuando se habla de los exámenes. "No sabemos cómo los vamos a hacer, pero tratamos de tranquilizarlos", asegura. Para preparalos se valen de videoconferencias, y de las plataformas que prefiere cada maestro, y que a veces, con asombro, abren nuevos horizontes al pupilo. "Una alumna de 76 años se grabó en vídeo para enviárnoslo. A veces, la gente te sorprende", dice.