Una compra en As Leiras no es solo pedir un trozo de pan o un kilo de fruta. Es una conversación sobre el mostrador, un intercambio de impresiones acerca de la vida o de las últimas novedades, que se comentan sin demasiada prisa mientras se despachan los productos. En los seis años que la tienda lleva en Os Mallos, María Vilar, la dueña, ha hecho más que clientes, amigos que conoce "por su nombre", y a los que escucha hablar "de cómo se sienten". Últimamente están "angustiados" por la pandemia, y los que pasan la cuarentena en solitario aprovechan las compras "para desahogarse", por lo que en el pequeño ultramarinos se han convertido, más si cabe, en una suerte de "psicólogos".

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Ese "trato cercano" es lo que los clientes buscan estos días en los establecimientos de su barrio. En un momento en el que las aglomeraciones causan terror por el Covid-19, el pequeño comercio ha empezado a toparse con caras nuevas. En Casa del Río, situado en Zalaeta, aseguran que su clientela se ha "cuadriplicado" y que al usuario habitual se ha sumado otro "que no venía y que ahora pasa del súper". También en Ultramarinos Doris, en Monte Alto, han visto crecer sus ventas „pasando de las 150 a las 270 visitas al día„, así como La Tienda de Lino en Cuatro Caminos, para la que "desbordados es la palabra".

Lo que más cautiva al consumidor es el protocolo de higiene y el mayor control sobre el producto. "Aquí non deixamos que ninguén toque nada e por norma pasa pouca xente á tenda, así que lles dá máis confianza", explica la encargada de la Charcutería Frutería Panadería Chris, Encarnación Jorge.

Las menores colas también ayudan, y los pequeños favores. Un ejemplo es la ronda por quioscos y farmacias que suele realizar Casa del Río, para que sus usuarios más mayores recojan revistas y medicinas de paso que acuden a comprar.

La fruta y verdura es lo que más se pide a los locales, que deciden muchas veces echarse a la carretera para evitárselo a sus clientes. Es el caso de A Campiña, en Os Mallos, que acerca una vez por semana los pedidos a sus usuarios más dependientes, y que aguarda que la ciudad "recuerde y valore" al pequeño comercio cuando pase el Covid.