Hacía por lo menos tres años que Rober Bodegas no dormía 15 días seguidos en su cama. O que disfrutaba de las tres comidas en su piso de Madrid, donde se pelea con la idea de que "cocinar para uno tiene un componente triste", y de que en su nevera apenas "hay espacio". El cómico, miembro de Pantomima Full, pasa en soledad el confinamiento por el coronavirus, pero la cuarentena le está aportando "novedades". Acostumbrado a pasar de gira todo el año, dice que es ahora cuando le está "sacando rendimiento" a su hogar, que le cuesta "una pasta" y que, con el tiempo que está fuera, le sale "como si fuera el Palace".

La reclusión se la ha tomado "como un fin de semana muy largo", que reparte a medias entre el trabajo y el ocio. Reconoce que para lo primero se obliga más, porque "cuesta ponerse" con "tanta previsión", sabiendo que "hasta octubre" el tour no está "a la vista". A mediados del pasado mes, cuando todo se vino abajo, "fue el bajón", la "semana negra". Más de una quincena más tarde „y con su actuación en el Encuentro Mundial de Humorismo de mayo proyectándose para septiembre„ ha "asumido que no veremos un pavo hasta después del verano", y ha decidido dejar de agobiarse.

En su lugar, aprovecha para "leer, ver películas y hacer vídeos para Pantomima Full". El teléfono se ha convertido en el modo de mantener la llama con su compañero de escena, Alberto Casado, con el que habla "cada día" para discutir los últimos guiones. El coruñés echa de menos las tardes en la oficina con su amigo, con el que se reunía para escribir y sacar ideas. "Ahora nos pasamos los textos y los comentamos, pero creo que antes salían mejores cosas. Siempre aparecía algo que a ti solo no se te ocurre, y si el otro se reía, sabías que era bueno", cuenta.

El equipo para grabarse ya lo tenía en casa, así que se ha montado un pequeño set. También tiene un despacho en el que escribe, aunque desde el Covid-19 poco le despierta la inventiva. "Estar en la calle y ver a la gente" es lo que más ideas le aporta y, fuera del dúo, bromear sobre el coronavirus le da "pereza". "Yo me alimento mucho del entorno, y ahora son cuatro paredes. Alguien hará un gran monólogo sobre el Covid, pero para mí no es muy sugerente", explica.

A trabajar en casa estaba acostumbrado, pero en el nuevo contexto la agenda se le desajusta. Bodegas ha empezado a robarle horas a la noche para ver series como The New Pope, y de paso recortar las mañanas. En ellas le sabe "muy mal" ponerse frente al televisor, y prefiere invertirlas en aspirar o responder correos, y dejar que la terraza marque el resto del día. "Si hace mal tiempo me resigno en el ordenador, pero si hace bueno me paso la tarde leyendo", dice el coruñés, que ya ha pagado el precio con una quemadura.

Cuando se decretó el confinamiento, Bodegas se planteó dejar la capital y pasar la cuarentena con su familia. Su hogar natal en Carballo resultaba atractivo, pero lo desechó "por si les contagio". El aislamiento lo lleva "tranquilo", aunque extraña las giras. "La cogeré con ganas, aunque sé que en dos meses estaré harto de estar siempre fuera. Ahora hablamos de estar en casa, pero cuando volvamos a la normalidad nos quejaremos de que son las ocho y de que aún no hemos llegado", afirma.