Los hijos y los nietos de los asiduos a As Leiras han empezado a descubrirla en Os Mallos. A su dueña María Vilar se le hace raro no conocer sus rostros, pero les atiende con ese "trato cercano" que, apunta, no hay en una gran superficie. Los recluidos no pierden la ocasión de hablar con ella para capear el aislamiento, aunque sus compras se han vuelto más "aleatorias". "Hay días que no me llega el pan y otros que me queda todo. Los que antes se llevaban un kilo ahora cogen dos y lo congelan", indica. Cuando más notó el tirón fue la primera semana, pero "a partir de ahí ya bajó bastante". La responsable acusa también la venta en línea, que "la gente ha comenzado a usar" y que genera "más competencia".