Hace ya tres semanas que las mercerías Carlota Pimenta y Labores Sheila cerraron sus puertas para cumplir con la cuarentena. En este tiempo, sus propietarias, Carla Pimenta y Marina Pena, no han recibido ningún tipo de ingreso, pero a sus cuentas sí que han llegado las facturas, los cobros de autónomos y los recibos de los alquileres de sus respectivos hogares y locales. "Muy pronto los números empezarán a salir negativos", asegura Pimenta.

Como autónomas, su historia es una más entre la multitud que comparte su suerte. La de aquellos que, cuando colgaron el cartel de cerrado el 14 de marzo, no esperaban que pudiese ser para no volver a abrir nunca más. "Cuando todo esto termine muchos negocios no volverán a funcionar, y no solo por todo este tiempo sin actividad económica, sino por la crisis que vendrá después", afirma Pena, que añade que "las medidas que se están tomando no son suficientes".

"Dicen que nos van a ayudar, pero no todo es tan fácil como parece, y muchas medidas anunciadas dan lugar a confusiones", señala. Tras el cierre de Labores Sheila, Pena solicitó una ayuda económica a una mutua por la que sigue esperando, y también se informó sobre la posibilidad de sumarse a la moratoria del pago de las cotizaciones a la Seguridad Social anunciada por el Gobierno la semana pasada. Sin embargo, según la trabajadora, "piden una documentación a la que no se puede acceder fácilmente en esta situación".

Pimenta también mira con escepticismo las ayudas anunciadas, y cuenta que el futuro de su negocio es, como el de muchos otros, "incierto": "Me parece muy bien que nos ofrezcan alternativas, pero el problema es el tiempo que tenemos que esperar para recibir esas ayudas y el trámite para acceder a ellas". Según cree la autónoma, puede ocurrir que la cuarentena se alargue hasta dos meses, "como ocurrió en China", y por lo tanto no podrá volver a trabajar hasta el mes de junio. "Es mucho tiempo sin recibir ingresos", explica.

Al igual que Pena, Pimenta se llevó parte del material de su mercería para su hogar en previsión de seguir preparando algunos pedidos desde casa. Sin embargo, han cesado los encargos. "Aunque siga produciendo los clientes no pueden venir a por su pedido, y no me parece bien utilizar los servicios de transporte para enviar cosas que no son de primera necesidad. Tengo algunas mochilas y cestas de nacimiento listas, pero se quedarán aquí hasta que esto acabe".

Ambas mercerías coruñesas son conocidas en la ciudad por llevar a cabo actividades para todos los públicos. Labores Sheila organiza encuentros de bolillos y labores multitudinarios todos los fines de semana, pero se han cancelado todos hasta junio.

Según Pena, algunos se han aplazado al mes de octubre, aunque no sabe si se mantendrán por "el riesgo que puede suponer reunir a tanta gente en un mismo espacio". En cuanto a Carlota Pimenta, allí se imparten talleres infantiles de costura y, debido al éxito alcanzado con la iniciativa, la propietaria había previsto organizar "campamentos" tanto en Semana Santa como en verano. "Ahora los doy por perdidos", anuncia.

Ambas trabajadoras tienen claro que, si algo les puede ayudar una vez que termina la cuarentena, es el apoyo de los vecinos. "Es importante que la gente se anime a comprar en los negocios de barrio. Cuando toque afrontar la crisis económica, necesitaremos su apoyo para salir a flote", concluye Pimenta.