El catedrático de Psicología Social de la Universidade da Coruña (UDC) y sus compañeros Pablo Espinosa y Adela Reig codirigen, junto con investigadores de la universidad peruana de San Marcos, un estudio sobre las repercusiones psicosociales de la actual pandemia que esperan que abarque cinco países. La muestra para España, con más de 1.400 participantes, se ha extraído de la comunidad educativa de la UDC.

¿Cómo surgió la idea?

A partir del coronavirus, fue un aquí te pillo allí te mato. Recibí un correo de la universidad de San Marcos en el que decían que estaban interesados en estudiar las repercusiones psicosociales del coronavirus. La idea inicial era hacerlo en nuestros dos países, pero entramos en contacto con colegas de una universidad china, la del Noroeste, y también con una universidad italiana y otra de Francia que tienen interés. Hemos empezado a recoger la de Perú, y ya tenemos más de 1.400 cuestionarios de la muestra española, todos estudiantes o trabajadores de la UDC, y entendemos que llegarán algunos más.

Entonces, ¿no sería representativa del conjunto de la sociedad española?

Esto no es parte de un proyecto de investigación con financiación, y esta es una de las limitaciones. Aún no hemos analizado los datos, pero supongo que habrá una sobrerrepresentación de personas jóvenes. Esto pasará también en las otras universidades.

Si no tienen financiación, ¿lo hacen fuera de sus horas de trabajo?

Sí, exactamente. Lo hacemos, como muchas tras actividades, porque nos parece interesante y no nos supone un coste económico, aunque sí de horas.

En el cuestionario evalúan los conocimientos sobre el virus, ¿estudian los bulos?

No va tan específico. Hay algunas preguntas muy básicas, porque en Perú nos manifestaban que la población no tiene el conocimiento relativamente riguroso de aquí: si es un virus o una bacteria, si solo contagia a las clases bajas... Pero lo fuerte del cuestionario es cómo afronta la gente esta situación, si es capaz de respetar las normas y cómo afronta el futuro.

¿Qué reacciones habría?

Hay personas que se echan la culpa de lo que les pueda suceder, y otras que piensan que la culpa nunca se debe a ellos. A las primeras las llamamos personas internas, y pensarían, por ejemplo, "si me llego a contaminar, va a ser porque no me lavo bien las manos". Las segundas serían personas externas: "yo qué puedo hacer", "esto está en el aire", "depende de las medidas que tome el Gobierno"... Los sistemas de prevención son más eficaces con los internos que con los externos, pues no se sienten compelidos a respetar las normas. Otra variable es la reactancia psicológica. Muchos, cuando ven amenazada su libertad, para afianzar que son libres, realizan la conducta prohibida. Cojo la bolsa de supermercado y salgo, o el caso más gracioso del que saca el perrito de peluche. Aunque, si las noticias son terribles, la reactancia se convierte en indefensión y empiezan a obedecer más. Casi todos estamos en posiciones intermedias, y adoptamos la postura de externalidad defensiva: tendemos a ser personas internas si tenemos éxito, y externas si fracasamos. Si no me contagio, es por lo bien que he seguido las medidas. Si cojo el Covid, esto es incontrolable, es mala suerte.

¿Para qué serviría el estudio?

Para ver cómo podemos montar campañas adecuadas, cómo dirigirnos a la población, convencer a la gente de que obedezca instrucciones... Por si hubiera una posible repetición del fenómeno.

En A Coruña el 092 lleva más de 700 denuncias por incumplir el confinamiento. ¿Serían personas externas?

Más externas. Si pudiéramos llegar a concienciarlos a través de los poderes públicos, podría ser de ayuda para más adelante. Desgraciadamente, a las personas que son externas, lo que más le convencen son las sanciones, o elementos negativos. Al interno, lo frena más la conciencia y hay que recalcarle el bien común.

¿Esperan diferencias entre las sociedades estudiadas?

Totalmente. La sociedad peruana, aparte de menos informada, es mucho más colectivista, lo que implica más externalidad. Las medidas, si no son coercitivas, no tienen éxito. La china también es muy colectivista, pero muy jerárquica: obedece radicalmente al Gobierno. En España somos más horizontales y cuestionamos si la autoridad tiene razón o no.

También estudian la resiliencia social ante la pandemia.

Es el buen afrontamiento de situaciones adversas. La sociedad peruana sería más resiliente piensan que todo se puede solucionar, no se fijan tanto en los aspectos científicos o sociosanitarios. La italiana, francesa y española lo serían menos: estudios previos demuestran que las sociedades con menor nivel económico tienen mayores niveles de resiliencia.

¿Y cuáles serían las edades más resilientes?

Normalmente las personas mayores. Suelen tener, aunque hay de todo, menos nivel de estudios, no valoran tanto la gravedad de las situaciones y tiene más esperanza de superar cualquier cosa. También hay un problema cultural: algunos no entienden el concepto de virus, no lo ven y no entienden por qué les puede hacer daño. Algunos no valoran la situación de peligro, por lo que quieren salir más a la calle.

Se plantea relajar el confinamiento, aunque sea pernicioso para la lucha contra el Covid, alegando problemas psicológicos asociados a este, por ejemplo para niños y adolescentes.

Casi todas las personas que hablan de este tema argumentan motivos científicos que no existen. No queda claro cuál es el efecto del confinamiento en población que no queda recluido por completo. No estamos en un zulo como Ortega Lara: estamos conectados, tenemos pantallas... Este confinamiento no es tan grave. A lo que más puede afectar es a la salud física: no tomar el sol, exceso de alimentación, no hacer ejercicio... Desde el punto de visto psicológico, no está demostrado que provoque efectos perniciosos, al menos en periodos inferiores a seis o siete meses. Creo que es una exageración o el oportunismo de querer abrir lo mano diciendo que "es por los niños".