Durante el estado de alarma, la agricultura sigue siendo una actividad esencial, y los trabajadores del sector pueden seguir realizando los desplazamientos. Pero ¿qué ocurre con las decenas de miles de gallegos que explotan parcelas para cultivar alimentos para ellos o para regalárselos a sus vecinos y parientes? La orden del 23 de marzo de la Consellería de Medio Rural, en cumplimiento de la normativa nacional, especifica que si un gallego no está dado de Registro de Explotaciones Agrarias de Galicia (Reaga), o puede demostrar que es viticultor profesional, solo podrá ir a trabajar cultivos o viñedos con fines no comerciales si estos están a menos de 500 metros de su vivienda habitual.

Esta disposición ha suscitado la crítica de una treintena de asociaciones ecologistas, entidades de apoyo mutuo y agrupaciones de la comunidad, entre ellas el Sindicato Labrego Galego. En un manifiesto conjunto, reclaman que las huertas de autoabastecimiento se reconozcan como actividad esencial, teniendo en cuenta que "la gran mayoría de vecinos" no tienen documentos acreditativos que les permitiesen desplazarse para trabajarlas. Además, reclaman que se extiendan los requerimientos socio-sanitarios de otros sectores a esta actividad, sin que "se deje a la arbitrariedad de cada agente". Por ejemplo, que en los huertos urbanos se establezcan turnos pactados entre los vecinos para trabajar en caso de fincas pequeñas y contiguas.

Los propietarios de huertas en los alrededores de A Coruña pueden trabajarlas en las mismas condiciones que la población general, pero los que tienen cedidos huertos urbanos públicos no pueden acceder a ellos en ningún caso: las fincas del Concello y de la Universidade (UDC) permanecen cerradas por el estado de alarma. Sobre las de titularidad municipal, fuentes del Concello afirman que la actividad que se hacía en estos huertos "no entraría dentro de las permitidas" ya que los que acuden a ellas "no lo hacen para abastecerse", al menos exclusivamente. Algunas también se emplean para iniciativas de carácter social, talleres y actividades en grupo.

En cuanto a la universidad coruñesa, el director da Oficina de Medio Ambiente y responsable de las huertas universitarias de la comunidad educativa, Manuel Soto, señala que los usuarios no están autorizados a ir a ellas como tampoco a otras partes del campus de Elviña con carácter general, pues solo se mantienen las actividades "imprescindibles". De todas formas, señala, las huertas están en general "muy lejos" de las viviendas, por lo que considera que sería difícil que se diese el caso de que alguien pudiese acudir a ellas en las circunstancias previstas por la normativa.

Soto no aventura una fecha de reapertura, más allá de desear que se pueda acceder a ellas "cuanto antes mejor", como el resto de actividades universitarias. Señala, eso sí, que cuando se inicie una relajación de las medidas de confinamiento tienen características favorables a que se pueda acudir a ellas: los espacios son abiertos, las parcelas son de uso individual o trabajadas por personas que viven en la misma casa, y el espacio está abierto. Se prohibirían las actividades de grupo que a veces se llevan a cabo, y se puede "regular" la afluencia de usuarios, que, recuerda Soto, están perdiendo la siembra primaveral.