Con una trompeta bajo el brazo y la música en el alma. Así llegó John Aigi a A Coruña hace ya 28 años, cuando comenzó a tocar en la Orquesta Sinfónica de Galicia después de haber recorrido el mundo. Conoció a su mujer en el Palacio de la Ópera, y ahora vive con ella y con sus tres hijos pequeños en el último piso de un apartamento de la calle Plá y Cancela. Cada tarde desde que comenzó la cuarentena, su familia disfruta en primera fila del concierto que el trompetista da desde la ventana de su hogar, y sus aplausos se suman a los cientos que retumban a lo largo y ancho del vecindario cuando Aigi termina de tocar. "Al empezar el confinamiento todos salíamos a aplaudir a las ocho, pero después de dos o tres minutos la gente volvía a entrar en casa. A mí me parecía algo triste y, como artista, siempre creí que mi deber es dar alegría a través de la música", explica el trompetista.

Comenzó con un pasodoble, y siguió con temas como Imagine, de John Lennon, o Lela, con música de Carlos Núñez. La gente respondía con aplausos, pero también dieron voz a las canciones cuya melodía interpretaba el artista. "La música es poderosa, y puede usarse para transmitir sentimientos de esperanza a la gente. Me pone muy contento escuchar a mis vecinos cantar mientras toco, y es algo que seguiré haciendo siempre que pueda", asegura.

Y es que aunque todos tomamos partido en la lucha contra el coronavirus desde nuestras ventanas, el artista tiene que lidiar con su propia batalla de puertas para adentro, donde la música es su gran aliada: "Hace un tiempo me diagnosticaron un cáncer. Es una enfermedad con muchos altos y bajos, así que paso por momentos mejores y otros peores". Aigi recibe tratamiento desde hace ya tres meses y, en un principio, los efectos secundarios le impidieron hacer aquello a lo que llevaba dedicándose en cuerpo y alma toda la vida.

"El primer tratamiento me dejó hecho polvo y ni podía soplar para hacer sonar la trompeta. Hace unas semanas noté que no me iba bien, así que me recomendaron otro más fuerte. Sus efectos secundarios no me afectaron como el anterior", explica el músico, que ahora por fin puede volver a tocar con normalidad.

Según el artista, "cada canción tiene su significado", y por eso la elección de los temas del repertorio que interpreta después de las ocho no es para nada casual. "Ahora tengo mucho tiempo para pensar, y parte lo dedico a escribir lo que quiero interpretar cada día. Intento tocar canciones en función de lo que pasa en España, adaptándome al momento. Espero que, cuando estemos a punto de salir, pueda tocar Campeones", bromea.

La trompeta de Aigi resuena ahora en la calle Plá y Cancela, pero su música recorrió muchos otros lugares del mundo antes de aterrizar finalmente en A Coruña. "Mi madre es japonesa y mi padre estadounidense. Se conocieron en Japón, después de la Guerra de Vietnam, y allí nacimos mi hermano y yo. Después nos mudamos a Seattle, en Estados Unidos, y estudié en el Conservatorio de Música de Nueva York", detalla el artista.

Siguiendo las oportunidades que le brindaba su pasión, Aigi cruzó el Atlántico para tocar en las orquestas europeas, y pasó una temporada viviendo en Alemania y en otras ciudades de España, como Tenerife. Sin embargo, cuando le ofrecieron trasladarse a A Coruña no tuvo dudas: "Es una ciudad muy similar a Seattle. Quise quedarme aquí por el clima, la gastronomía, el mar y la gente, que es maravillosa".

Los gestos de cariño por parte de sus vecinos no han tardado en llegar, y más de uno se ha animado a comunicarle sus propias propuestas musicales a través de notas que dejan en su puerta. Además, algo que sorprendió mucho a Aigi es la cantidad de vídeos de sus actuaciones que circulan por las redes sociales, y que le han dado la oportunidad de llegar a todavía más gente con su música: "Un día nos llamó mi suegra para decirnos que le habían llegado vídeos míos tocando la trompeta. Estaban tomados desde casas diferentes y por gente que no conozco. Es algo muy curioso, y también muy bonito".