La ciencia ha saltado a la palestra. Lo hace cada día de forma literal, cuando el coordinador de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, sale retratar el coronavirus con sus gráficos y cifras. Pero también lo hace en las conversaciones cotidianas, ya sea a la mesa o a través del teléfono móvil. A donde antes llegaban memes intrascendentes, o algún chiste compartido en cadena, ahora arriban instrucciones sobre cómo lavarse las manos o fabricar mascarillas, y las dudas, como los mensajes, se extienden como la pólvora.

Los museos científicos de la ciudad han sido testigos directos de esta incertidumbre. En el maremágnum de contradicciones en el que se ha convertido la actualidad, muchos han asumido el papel de faro, para iluminar un camino transitable en los lodos de la pandemia. Su papel divulgativo estos días es, más si cabe incluso, "una responsabilidad" para la que han redoblado esfuerzos. Y la respuesta al otro lado no ha dejado lugar a la queja. Entre la ciudadanía hay más interés, dicen. Más sed de explicaciones.

La avidez, en este caso, significa oportunidad. Lo ve así el director de los Museos Científicos Coruñeses, Marcos Pérez, uno de los defensores de que "la ciencia se ha vuelto mucho más relevante" con la epidemia. Sin ella en la mano, asegura, el Covid "sería como la peste en la era medieval, en la que no se sabía si era un castigo divino". Por eso "museos, publicaciones y asociaciones" deben tomar cartas, aprovechar la ocasión, para tender un puente entre el público general, normalmente tibio, y la disciplina.

La misión que se ha impuesto la Domus, el Aquarium y la Casa de las Ciencias en ese sentido es la de luchar contra una de las lacras de la enfermedad: los famosos bulos. "Parte de la información sobre la pandemia era falsa desde el principio o ha ido caducando con el tiempo, porque estamos ante una situación nueva y cambiante", asegura su responsable. Al frente de los museos, Pérez trata de "ayudar a la gente a acudir a la más veraz en cada momento", y a evitar que se simplifiquen los discursos. "Hay que invitar a analizar y cuestionar. Ese debe ser nuestro granito de arena", secunda la directora del Muncyt, Marina Martínez.

El centro que coordina trabaja "en explicar lo que nos está pasando" a través de publicaciones sobre el Covid-19 en sus redes, o por medio de sugerencias semanales de lectura. Los Museos Científicos también han tenido que adaptar su actividad ordinaria, y han "multiplicado por cuatro" su interactividad en línea para poder dar respuesta "a la gente, que observamos que pregunta más". Cuando se inició el confinamiento, los interrogantes giraban principalmente en torno al coronavirus, con dudas como las mascarillas más indicadas, o "si lavarse las manos era igual de efectivo que el gel hidroalcohólico". Pasados los primeros días de alarma, los usuarios empezaron a cuestionarse asuntos un poco más ligeros, pero que, emocionalmente, les preocupaban igual.

"Ahora nos preguntan mucho por los animales del Aquarium. Y no solo menores, sino los adultos. Consultan especialmente sobre el estado de los pollitos y el tiburón, y quieren saber si las focas están solas", cuenta Pérez. A todos se les calma, porque las distintas especies siguen cuidadas y alimentadas durante la cuarentena. Con el fin de demostrarlo, la red museística ha adaptado una de las cámaras de 360 grados que empleaba en el Planetario, y la ha hecho apta para grabar lo que sucede bajo las aguas de la Sala Nautilus.

Las imágenes inmersivas, "una perspectiva que el público nunca tiene", le generan a Pérez cierta intranquilidad. "Habrá quien piense que es mejor verlo en detalle en la pantalla que a 25 metros de distancia, pero los museos proporcionan experiencias familiares que no se alcanzan en la red", apunta. No solo teme que el visitante se quede online, sino que llegue incluso a desconfiar de la ciencia. "Los científicos siempre discrepan, pero eso ocurría en la trastienda. Hoy la gente puede ver la ciencia haciéndose en directo de una forma muy cruda, y puede llegar a creer que se trata solo de personas discutiendo, que la verdad no existe", reflexiona.

También en mente tiene las pautas que los Museos Científicos deberán seguir para poder abrir de nuevo, ya que la interactividad de sus exposiciones "exige un grado de higiene muy grande que hay que planear bien". La pandemia les cogió con la Wildlife Photographer of the Year "apalabrada" y con varios proyectos de renovación en la Domus por su 25 aniversario. Ya lista, aunque sin que nadie la vea, está la nueva pieza que se proponía exhibir el Muncyt, que se encontraba a punto de inaugurar la exposición sobre investigaciones universitarias Campus Vivo, en colaboración con la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE). Su directora tiene la esperanza de llegar a hacer una que explique "cómo superamos la pandemia", algo para lo que la ciencia, de nuevo, será clave, y que aguarda que la dote del reconocimiento "que merece" como uno de "los grandes salvavidas de la sociedad".