"Como coruñesa que soy, soy muy callejera", cuenta María Dolores Ozores: "Me gusta ir a hacer la compra, asistir a misa, lo que hacía a diario... Y tomarme una caña en María Pita también me gusta". A sus 83 años, "salía todos los días, mañana y tarde", por lo que ahora, tras mes y medio de confinamiento, está "deseando salir", y retomará este hábito en cuanto la normativa se lo permita.

"En estas siete semanas y un día —relataba ayer— no he pasado del umbral de mi puerta, nada más que para coger el periódico, que me lo dejan delante". Explica que ha estado "atendida", y no ha faltado quien le echase una mano para traerle la compra y estar pendiente de que no le faltase nada. De sus cinco hijos, una vive en su mismo edificio, otra cerca, y una nieta le traía las medicinas de la farmacia. Así, ha tenido todo lo que precisaba sin tener que salir a hacer la compra ni, por supuesto, saltarse las reglas del confinamiento. "Cumplo con lo que me manden" resume.

Lo principal, explica, es "intentar que me dé el sol; lo que más me apetece es tomar el aire, necesito vitamina D". Antes salía de casa para reunirse con sus amigas, y, aunque al menos durante los primeros momentos no será posible interactuar con tanta libertad como antes de la pandemia, ya tiene planeado cómo verá a su hermana, mayor que ella y que vive en el mismo edificio. "Caminaremos juntas, pero separadas" para no saltarse las normas de seguridad y distancia social.

Las reglas durante las primeras semanas establecen que no se puede ir a caminar a más de un kilómetro de casa, pero Ozores no precisa ir muy lejos, le basta con pasear "por delante de casa". Vive en un piso de la Ciudad Vieja con vistas al Paseo de la Dársena.

Ozores señala que, aunque no puede decir que lo haya pasado bien durante este mes y medio de confinamiento forzoso por la pandemia, "nunca pude imaginar que lo iban a pasar tan poco mal". Por una parte, ocupa su tiempo con actividades que puede realizar sin compañía: hace labores, lee, reza o se entretiene viendo los programas de la televisión., lo que ayuda a matar el tiempo.

Por otra ,, "en estas siete semanas el teléfono y el WhatsApp no paran". La tecnología le ha permitido , durante estas semanas, mantenerse en permanente contacto con sus amigas para saber de ellas y acompañarse mutuamente, una conexión entre personas que, si no, habrían pasado la cuarentena en incomunicadas y en solitario en sus hogares.

Aún así, la calle llama a María Dolores Ozores, que se define como una persona "muy sociable". Lo único que pide es libertad para poder caminar un rato y "un día soleado" y sin viento para poder disfrutar de las calles coruñesas que lleva recorriendo más de ocho décadas.