"La hostelería lo pasó muy mal en 2008, ahora será igual o peor". Este pronóstico nada esperanzador surge de la experiencia de haber pasado por una recesión económica y de estar atravesando una etapa de incertidumbre sanitaria que amenaza con ahogar el consumo. Así lo siente José Manuel Castro Barreiro, propietario desde hace 19 años del restaurante El Atlántico, en la calle Ángel Rebollo. El modo en cómo afrontó la crisis financiera le sirve de referencia para encarar los meses que sucederán a la interrupción de la actividad en su sector. "Algo cambió tras 2008, nos adaptamos. Yo reduje gastos, acorté el menú, racionalicé compras, bajé los precios. Desde entonces los clientes se fijan más en la cartera y ajustan gastos", repasa el hostelero. Ahora hay "miedo", recalca, lo que le lleva a pensar que "esta crisis va a ser más dura que la económica": "Pagamos impuestos, gastos corrientes y seguros y no estamos ingresando nada. Y vamos a tener que gastar, quizá en mamparas de separación. Creo que los restaurantes vamos a salir más perjudicados que los bares".