"¿Podremos volver a tocar un libro en una librería, abrirlo para echarle un vistazo o ver sus ilustraciones para decidir si queremos comprarlo?". Esto se pregunta Begoña Varela desde hace un mes y medio en casa, sin poder volver a la librería Lume, donde trabaja junto a su jefa y otra empleada. Hace doce años pasó por una crisis en la ya desaparecida Nueva Colón (heredera de la histórica librería Colón) y ahora espera sin optimismo un nuevo azote para un sector cultural en el que asume que cambiarán los hábitos de consumo.

"Cuando la gente vuelva a salir a la calle los libros no estarán entre sus primeras compras. Bajarán las ventas, devolveremos mercancía y nos costará remontar", prevé Varela. "Abrimos una librería con la crisis de 2008 en un tiempo que sabíamos que no iba a ser fácil, con mucho paro y poca capacidad de adaptación. En doce años abrieron librerías, sí, pero cerraron el doble. Ahora trabajo en otra librería y creo que esta crisis no solo nos daña a las libreras sino a las editoriales y a los autores, sobre todo a los pequeños. La cultura es siempre una gran damnificada y en esta situación va a ser más cauta al consumirla y al leer. Por suerte, tenemos una fantástica red de bibliotecas con lecturas al alcance de todo el mundo", comenta.

Begoña Varela, con más de 30 años en el sector, lamenta además que el temor a contagios vaya a acabar con una entrañable tradición que en todo este tiempo ha disfrutado en su negocio: el encuentro entre el lector y el librero, "el trato cercano, el ánimo de tertulia".