La Universidade da Coruña se prepara, al igual que muchos otros sectores, para acomodarse de nuevo a la normalidad. La institución académica ha diseñado sus propias fases de desescalada, que el Rectorado comunicó ayer al Personal de Administración y Servicios y que darán comienzo el próximo lunes.

Los trabajadores, que podrán presentar alegaciones a la propuesta hasta las 10.00 horas de hoy, manifiestan posiciones encontradas con respecto a la decisión de reincorporarse al trabajo en pocos días, que algunos, como Juan Manuel Pernas, representante del colectivo en el Consello de Goberno e integrante de la Junta de Personal, califican de "precipitada".

En la primera de las fases propuestas por la Universidad, que hasta ahora priorizó el teletrabajo para toda la plantilla, se contempla que pueda incorporarse a su puesto un trabajador por unidad, de forma que un miembro del personal de los servicios de administración, bibliotecas y conserjería acudirá de forma presencial a los centros, mientras que el resto continuará desarrollando su trabajo desde casa.

Desde este momento, las medidas de higiene, seguridad y distanciamiento serán obligatorias, durante lo que se contempla como un período de transición para ir preparando los centros para recuperar su funcionamiento.

En la segunda de las fases, que comenzará el día 24, volverá de nuevo la atención cara al público y se abrirán los llamados espacios comunes, de forma que será posible la celebración de actos como seminarios u otras actividades de esta índole, que podrán completar hasta un 30% del aforo de las instalaciones. A partir de la tercera fase, que dará comienzo el 22 de junio, la incorporación de la plantilla y los servicios será general, a excepción del personal que pertenezca a grupos de riesgo o que conviva con familiares en esta circunstancia.

El personal ha acogido la medida de forma desigual. Existe un sector disconforme con la celeridad de los plazos de incorporación, que cree que la desescalada debería aguardar un poco más. "Parece que la Universidad se pliega al criterio que la Xunta propuso para la administración, el personal no lo ve muy claro", apunta Juan Manuel Pernas, que considera que lo apurado de la negociación impide trabajar el documento correctamente o hacer propuestas. "Se presenta un viernes para reincorporarnos el lunes, debería haber una organización previa y más dilatada en el tiempo, no tan improvisada", apunta.

Las dificultades de conciliación del personal con niños a su cargo es otro de los frentes abiertos que plantea la vuelta al trabajo, complicación que afecta a muchos de los sectores que este lunes volverán a ponerse manos a la obra. "Si estas negociaciones se hicieran con más tiempo, la gente tendría tiempo para organizarse en ese sentido", propone Pernas, quien, pese a todo, entiende que la excepcionalidad de las circunstancias no permite actuaciones del todo ordenadas. "Este contexto no tiene precedentes, ni una regla, nada con lo que puedas comparar", apunta.

Hay otro sector que, no obstante, afirma estar conforme con la propuesta del Rectorado. El documento presentado, que incluye medidas abiertas y que deja libertad de organización al personal de cada centro, permite adaptar la desescalada a las necesidades de los centros al no incluir criterios de organización cerrados.

"A mí, particularmente, me parece bien. Da bastante autonomía para que nos organicemos, podemos ponernos de acuerdo entre los trabajadores de cada servicio", explica María Gutiérrez, trabajadora de bibliotecas, que entiende, no obstante, que haya quien no comparta este criterio: "Las medidas me parecen atinadas, pero es mi opinión personal, hay quien prefiere otra cosa. No se puede hablar tampoco de opinión por sindicatos, porque es una situación excepcional en la que estamos opinando todos más a nivel personal", revela.

De cara al curso que viene, la plantilla prefiere mantener una actitud prudente. Junta técnica y Junta de Servicios debaten ya las condiciones en base a las que se desarrollará el próximo año académico, pero hay pocas certezas a las que agarrarse. "Me da la impresión de que la gente piensa que el año que viene ya va a estar todo normal, pero va a ser todo muy complicado, las clases presenciales, las consultas de libros, todo", aventura Gutiérrez, que apuesta por la cita previa como un modelo que puede ayudar al funcionamiento de los servicios. La nueva normalidad está cerca, pero la antigua, la de siempre, parece que tendrá que esperar.