En el número dos de la calle Manuel Piñeiro Pose, hace semanas que no hay actividad. De la oficina que durante tres años levantó edificios a partir de ceros y unos quedan solo una hilera de ordenadores en fila, que guardan el fuerte mientras los soldados, en este caso, prefieren por previsión seguir en casa. Desde allí es donde hoy muchos autónomos como José García siguen la pelea, en batalla con un virus que no dinamita aún los proyectos de construcción. El fundador de la empresa de arquitectura MasBIM Studio continúa con aquellos trabajos cerrados antes de la crisis, y desarrolla -con cierta esperanza- las primeras fases de otros que les demandan desde distintos puntos del globo.

Panamá, Montenegro y Milán son algunos de esos clientes a los que tiene que dar respuesta incluso en estado de alarma. Entre sus peticiones está el diseño de un hotel de 80 habitaciones, y una iniciativa social con la que pretenden crear 450 viviendas para personas con recursos limitados en la República del Congo. Se trata de trabajos "grandes y largos", que reducen estos días la angustia. "Nos siguen haciendo encargos, así que por esa parte estamos tranquilos. Pero también hay otros firmados que se caen, y no hay reuniones con clientes, por lo que a nivel económico será un golpe", dice el dueño.

En contextos como el que vive ahora, García se alegra de su previsión. Su empresa lleva preparada "técnicamente" para salir adelante en remoto desde que naciera, por lo que su equipo solo ha precisado unas pocas directrices para adaptarse al cambio. A los arquitectos, ingenieros y administradores de su plantilla les ha recomendado habilitar un espacio de trabajo separado de su cuarto, "para diferenciar el tiempo laboral del de diversión". Pasado el primer susto, el propietario asegura que están concienciados, porque "tenemos familias y sabemos que hay que ser cuidadosos".

Para el propio arquitecto técnico ha sido, en cierto modo, incluso algo positivo. "Antes mi rutina por las mañanas era caótica, me quedaba hasta muy tarde trabajando. En casa estoy respetando por primera vez los horarios, es increíble", revela con humor. Decidido a "no perder la cabeza" con el encierro, el profesional simula que continúa yendo y viniendo de la oficina. "Intento hacer lo mismo que entonces. Levantarme, ducharme, hacer ejercicio? No hay que perder la rutina", apunta.

Como muchos otros trabajadores que han tenido que buscar salas de reunión alternativas, el dueño echa hoy mano de las videoconferencias para coordinarse con su equipo. Skype o Teams son en esta cuarentena sus mesas redondas y sus sillas, a pesar de que los análisis bioclimáticos, los diseños y los controles de obra se vean interrumpidos por algún que otro chillido infantil desde la casa de su socio Jesús Vidal, que "tiene hijos por todos nosotros". En MasBIM ya no acuden a una finca a hacer el levantamiento, pero usan la red para seguir dando el callo, aunque se sepan una excepción entre otras compañías de arquitectura. "Nos basamos en una metodología de trabajo colaborativo con un modelo 3D (BIM) que facilita la toma de decisiones y nos da mucha libertad. Un estudio al uso tendría muchos más problemas para organizarse ahora que nosotros", explica el encargado.

Su caso es tan "atípico" que, mientras otros piensan en cerrar las puertas, él valora incluso contratar. Durante la pandemia la actividad de la compañía "se ha duplicado", con encargos de "cadenas hoteleras que tienen previsto abrir en 2021-2022". García se muestra desconcertado por esta inversión en ocio, dadas las circunstancias, pero la agradece y devuelve con creces. Con la emergencia sanitaria, más de un cliente no ha podido hacer frente a sus pagos, y la empresa ha decidido darles oxígeno aplazándoles las facturas.

Esos ingresos pendientes, sin embargo, han supuesto un lastre en esta época, que ha registrado otros daños colaterales para el sector. Una ha sido la gestión de licencias y la solicitud de información a los concellos, que "ya era mala antes, pero ahora es una locura". También la burocracia falla en las peticiones al Instituto de Crédito Oficial (ICO), al que muchos autónomos y pymes acuden para conseguir préstamos a bajo interés con los que poder seguir a flote. "Nosotros tardamos cinco días en reunir toda la documentación, y nos mandaron un correo diciéndonos que faltaban cosas y que si queríamos podíamos renunciar. Ahora lo que necesitamos es transparencia en la concesión del ICO, no que busquen que nos cansemos de mandar papeles", critica García.

Los 40.000 euros que ha solicitado todavía no han tenido respuesta, que urge en el caso de los estudios "que se dedican a reformas menores" y que "lo van a notar". Son pocos los hogares particulares que se aventurarán estos días a realizar cambios en sus viviendas aunque, en opinión del empresario, la pandemia sí variará las prioridades que esgrimían hasta el momento a la hora de hacerse con una. Después de más de un mes entre cuatro paredes, las necesidades de una residencia han tenido tiempo de quedar claras, y los compradores desearán dar con una respuesta en los planos. "Nadie va a querer un piso sin terraza, y el menos es más ya no servirá, porque se buscará que haya suficiente espacio para cada habitante. Creo que en el mundo de la arquitectura va a haber un cambio en la forma de pensar".