El pasado 1 de abril, dos semanas después de que los españoles se encerrasen en sus casas por orden del Estado para evitar contagiarse de coronavirus, Arkhé Espacio Educativo cumplía doce años. Esta pequeña empresa coruñesa especializada en maternidad, crianza y actividades para bebés y niños (psicomotricidad, natación, música) nacía en 2008 en el arranque de una crisis económica que golpeaba al mundo, se ha consolidado en la ciudad desde entonces y ahora no hay otra cosa que desee más que no desaparecer por culpa de otra crisis, la sanitaria del Covid-19 que castiga también a todo el planeta. Pero a día de hoy, al comienzo de la fase 1 del plan de desescalada y tras dos meses con servicios reducidos y limitados a la vía online, desconoce en qué momento y en qué condiciones de higiene y seguridad podrá volver a abrir sus salas y vestuarios y la piscina.

Arkhé, ubicada en la calle Pedro Galán Calvete, en el barrio de Monte Alto, fue creada por las autónomas Iria de Cal, Alma Blanco y Elsa Méndez. Son las únicas que ahora trabajan desde casa y han tenido que aplicar un ERTE a sus diez trabajadoras. Las 300 familias abonadas no pueden volver con sus hijos pequeños ni a la piscina ni a las aulas de música y psicomotricidad y la empresa se ampara en la comunicación telemática para impartir sesiones de actividad física para embarazadas y posparto, asesoramiento individual en materias como crianza y porteo, charlas y talleres para niños mayores de 3 años acompañados de sus padres. También pone en contacto a familias con psicólogos o especialistas. La tienda comenzó a atender la semana pasada también online y abre solo dos días para que los clientes vayan a recibir pedidos.

Pero esta actividad reducida mantiene a sus responsables en un constante estado de incertidumbre. "Si paramos dejamos de existir, desaparecemos. Con nuestras limitaciones, aunque sea desde casa, seguimos ofreciendo un servicio con la idea de conservar a nuestros clientes, que es lo que más nos preocupa. Sabemos que algunos nos han dicho que dentro de meses no van a volver porque tienen miedo por cuestiones sanitarias", explica Iria de Cal. Por eso, con una cuota reducida a 10 euros mensuales, Arkhé resiste sin ver despejado de dudas su futuro más inmediato.

"Somos un espacio de enseñanza no reglada acogido al convenio de Educación, aunque tengamos características parecidas a las de los gimnasios, como duchas y vestuarios. Es decir, no sabemos en qué categoría estamos, y a estas alturas no sabemos en qué fase se nos dejará abrir ni con qué medidas de seguridad; hasta que lo aclare el Boletín Oficial del Estado", expresa De Cal con inquietud.

Como ocurre en otros sectores productivos y de servicios, Arkhé guarda una distancia de moderada cautela respecto a las ayudas de las administraciones con las que pueda contar para salvar su negocio. "Esperanza tengo, pero no me voy a quedar parada esperando a que lleguen las ayudas del Estado, que no creo que sean cuantiosas y no conseguirán que muchas empresas dejen de estar en la cuerda floja. En nuestro caso, sin ingresos, nos decidimos por bajar la cuota a 10 euros para mantener el alquiler del local y los suministros, para sobrevivir", comenta esta autónoma.

De momento, aún sin plazos ni planes más concretos, unas 50 familias se conectan con frecuencia a los servicios online que ofrece Arkhé desde hace dos meses. "Volver es una incógnita. Por lo que hacen otros sectores, imaginamos que tendremos que limitar aforo y reforzar la higiene. Nuestros grupos de niños ya son pequeños, y si debemos reducirlos, entonces tendremos que reducir el número de monitoras en la piscina", piensa De Cal, con la fe en seguir educando tras doce años de enseñanza.