"Es el virus con mayor incidencia en la población mundial". Dada la situación actual, cualquiera podría pensar que el investigador de la Universidade da Coruña, Antón Vila Sanjurjo, se refiere al coronavirus. Pero no es así. El científico coruñés habla del dengue, una enfermedad tropical que, según la OMS, afecta a casi 400 millones de personas cada año. Vila, que desarrolló gran parte de su carrera científica en Estados Unidos y que actualmente da clases en la Facultad de Ciencias de la UDC, ha publicado recientemente artículos sobre su estudio del dengue y del cáncer, y reivindica la importancia de no desatender la investigación de otras enfermedades más allá de la Covid-19.

¿Cómo ha repercutido la Covid-19 en las investigaciones científicas que se llevaban a cabo más allá del virus?

La primera consecuencia es que se han paralizado al haberse restringido el uso de todos los laboratorios. Tiene sentido que, en cierto momento, haya habido un parón general, pero en un laboratorio de biología los profesionales estamos acostumbrados a trabajar con material de protección, y creo que podríamos seguir trabajando a día de hoy. El resto de enfermedades siguen estando presentes, y su investigación sigue siendo tan importante como siempre. No solo está el coronavirus.

¿Cuándo podrá retomar sus investigaciones en la Universidade da Coruña?

Esperaremos que en muy poco tiempo podamos volver. Teóricamente ya podríamos estar de vuelta, pero la Universidade necesita unos días más para organizarse. Recientemente hemos publicado dos artículos de gran interés relacionados científico en nuestro blog, que hablan sobre los estudios que estábamos llevando a cabo en el laboratorio.

Uno de ellos trata sobre el cáncer. ¿Cuáles han sido los resultados de su investigación?

Este estudio se hizo en colaboración con un equipo de oncólogos alemanes. En definitiva, a lo largo del proceso hemos visto que hay una serie de mutaciones en el ADN mitocondrial que tienen efecto sobre la salud. En concreto, una de estas mutaciones parece tener una gran importancia en el desarrollo de cierto tipo de linfomas.

También han registrado avances en su estudio sobre el virus del dengue.

Llevamos muchos años estudiando esta enfermedad por medio del perfilamiento ribosómico, y por fin obtenemos resultados. Estamos viendo patrones muy interesantes que podrían tener que ver con otros tipos de enfermedades infecciosas, y esto podría tener un impacto muy grande a la hora de tratarlas. De hecho, el virus del dengue tiene bastante que ver con el coronavirus, porque ambos tienen un genoma de ARN. El dengue es el virus con mayor incidencia en la población mundial, y según la OMS se estima que casi 400 millones de personas se infectan cada año. Es una barbaridad. Con el cambio climático, el mosquito que transporta el dengue se desplaza cada vez más al norte. El año pasado se registraron infecciones de dengue en España, y no por contagios de personas de fuera. El mosquito ya puede empezar a reproducirse y tener su ciclo vital aquí, lo que nos convierte en potenciales personas infectadas.

¿Cree que se invertirá más en su estudio ahora que esta enfermedad ha llegado a Europa?

Antes, las enfermedades tropicales estaban totalmente desatendidas. La parte positiva de todo esto es que, ahora que puede afectar a los países en los que se desarrolla la ciencia, la investigación se centrará más en ellas. Sin embargo, no deberíamos de ser tan egoístas: los que tienen pocos recursos también mueren. Lo que ocurre es que los recursos de los países ricos son limitados, sobre todo cuando hablamos de ciencia y, especialmente, en países como el nuestro. Por eso siempre se tiende a fomentar la investigación en aquellas cosas que tienen una repercusión local, aunque realmente este cortoplacismo no nos ayuda.

¿La investigación científica se ha visto coartada por las circunstancias?

La llamada ciencia básica es la que no responde directamente a la necesidad de solucionar un problema humano, simplemente es investigar por investigar, y yo creo que es fundamental fomentar tanto esta vertiente como la de responder a una necesidad. En España se ha restringido la ciencia a la inmediatez, y eso es un gran error, porque así siempre dependeremos de las investigaciones de otros a la hora de avanzar. Para demostrar la importancia de la ciencia básica podemos hablar, por ejemplo, del PCR, una prueba que se basa en el uso de dos enzimas. En su momento, las personas que las descubrieron no buscaban unas enzimas para hacer la prueba del PCR, simplemente investigaban. Todos los medios y tecnologías que tenemos ahora son resultado de investigaciones previas que no se llevaron a cabo para combatir la Covid-19, pero gracias a ellas hoy podemos avanzar. Por eso creo que hay que poner fondos para que el conocimiento siga ampliándose, solo así podremos enfrentar futuros problemas.

A la interrupción de las investigaciones se ha sumado la suspensión de actividades como las campañas de inmunización del sarampión. Más allá de los efectos de la pandemia, ¿se tiene verdadera consciencia de su repercusión a nivel mundial?

Evidentemente existen muchos factores. Ante esta epidemia hubo que tomar unas medidas drásticas a nivel mundial, algo muy novedoso, y todas las actividades humanas se han visto afectadas, incluidas las relacionadas con las vacunaciones, las campañas de prevención, etc. Hay que esperar a ver los datos, pero habrá grandes consecuencias. Lo vemos a nivel local, en mucha gente que es reticente a ir al médico porque tiene miedo, y está claro que todo esto va a afectar a la salud de la población mundial. Todavía hay mucha incertidumbre respecto al tema.

¿Cuál es la situación actual del ámbito de la investigación en España?

La falta de fondos es uno de los grandes problemas, pero hay otro que, en mi opinión, lo supera, y es el exceso de burocratización. España es el campeón olímpico de la burocracia en el ámbito de la investigación, y eso es una desgracia, porque es como poner palos a las ruedas de los investigadores. Creo que un científico tiene que concentrar sus esfuerzos en conseguir dinero para su investigación y en dedicarse a ello, nada más. Algo gravísimo es el hecho de que para conseguir estabilidad laboral en España, un científico tiene que recurrir a contratos docentes. Esto implica que un año de su vida productiva lo dedicará a preparar una oposición en lugar de investigar durante la que se supone que es su etapa de mayor creatividad científica.

Tras esta crisis sanitaria, se sucederá una económica que se prevé más fuerte que la del 2008. ¿Cree que el sector científico volverá a ser uno de los más perjudicados?

Creo que la simpatía por la ciencia de este Gobierno es mayor que la del anterior, pero todavía no podría decir en qué va a desembocar todo esto, porque no lo sé. Espero que Europa esté a la altura, y en general lo espero del mundo entero. Espero que se extienda una visión nueva sobre la importancia de la ciencia que hasta ahora no había y, sobre todo, que tengamos conciencia de que antes de esta crisis sanitaria estábamos en una crisis climática, y no podemos olvidarnos de ella.