No es fácil prever cómo se recuperarán determinados sectores de los efectos el parón forzoso al que la población general se ha tenido que someter los últimos dos meses. Lo que no es difícil de imaginar es que, como en todas las grandes recesiones, la crisis del coronavirus se ha cebado con la población más vulnerable, a la que los ERTE y el desempleo han afectado especialmente y cuya situación económica y social, precaria antes del confinamiento, puede tornarse ahora en pobreza severa.

Así lo manifiestan los datos recogidos en un informe que publicó ayer la asociación Igaxes, una organización que trabaja con infancia y juventud vulnerable o en riesgo de exclusion y que gestiona pisos tutelados. Dibuja un panorama futuro nada alentador. La juventud en exclusión se lleva una de las peores partes: los ERTE por los que se ha caracterizado el mercado laboral este mes y la destrucción de empleo han dejado al 91.49% de este colectivo sin trabajo.

Una situación propiciada por el hecho de que los sectores en los que se trabaja con mayor ahínco en la inserción laboral de los jóvenes, hostelería y comercio, son los que más afectados se han visto por la paralización de la actividad, una coyuntura a la que difícilmente pueden hacer frente los bajos subsidios y la su corta duración. La situación se ha agravado también para los hogares que enfrentaban las mayores dificultades antes del confinamiento. El 74% por ciento de los padres y madres consultados por Igaxes disponía de un empleo antes del confinamiento. A día de hoy, solo lo conserva el 43%, mientras que el 18% está afectado por ERTE.

Las dificultades para llegar a final de mes al carecer de ahorros con los que hacer frente a los gastos del día a día se han visto incrementadas en 6 de cada 10 hogares con niños, sobre los que repercutirán los peores efectos de la escasez.

Los datos del informe revelan otra circunstancia tristemente frecuente: son las mujeres en riesgo de exclusión las que más están sufriendo la destrucción de empleo. Las posibilidades de inserción desiguales con respecto a los hombres, y las dificultades de conciliación que ha traído consigo el confinamiento, han provocado una caída del empleo en todos los niveles de edad. La situación se agrava en el caso de las familias monomarentales: de cada diez, cuatro salen de la cuarentena en paro y dos en ERTE.

La organización aboga por la puesta en marcha inmediata del recurso de la renta mínima, que puede constituir una solución temporal para casos en los que la vulnerabilidad pueda tornarse en situación de pobreza severa o emergencia.