Tras dos meses escondidas en sus tripas, las obras del Museo de Belas Artes volvieron ayer a ver la luz. Aunque los visitantes, por ahora, son todavía escasos. Apenas un par de curiosos se acercaron al centro en la mañana de su reapertura, marcando el fin de un confinamiento que ha trastocado a todas las entidades culturales. "La gente aún se está enterando, pero sí que hubo muchas llamadas", asegura el responsable de difusión, Manuel Mosquera.

El espacio se ha alistado para recibirlas a todas, con un nuevo protocolo de gel hidroalcohólico y recorridos guiados. El centro ha apostado a la entrada el desinfectante, y ha señalado con flechas el circuito indicado para visitar el complejo "garantizando la distancia de dos metros de seguridad". Los primeros usuarios en probarlo, dice Mosquera, "se manejaron bien" en su paso por la colección permanente, en la que aprovecharon para recorrer todo el museo. Junto a las obras de su fondo expositivo, la institución ha decidido prolongar su muestra sobre Luis Seoane O legado de Maruxa Seoane, que iba a cerrar este 8 de marzo y se extenderá ahora hasta finales de septiembre.

Donde otros años estaba la algarabía de los grupos escolares, el edificio de Zalaeta tendrá que contentarse estos días con visitas individuales o por unidad familiar. "En algunas salas podrán estar cinco personas o menos", dado el aforo reducido, aunque el centro confía en que su flujo sea "continuado". Por su arquitectura el museo tiene "espacios generosos", y "el agobio", afirma Mosquera, no se da. Para evitar riesgos, el centro ha extremado su limpieza, y desinfecta sus instalaciones hasta cuatro veces al día.