Abrocharse el cinturón, colocar los espejos y ajustar el asiento, pero también ponerse la mascarilla y cambiar de marcha con guantes. Los alumnos de las autoescuelas deben aprender desde este lunes nuevas costumbres para echarse a la calzada que, aunque les recuerdan que allá fuera sigue el virus, parece que no les desaniman. El primer día de la nueva fase del desconfinamiento, algún centro de conducción ha llegado a encontrarse con estudiantes casi apostados a sus puertas. Apenas habían pasado quince minutos de la reapertura en Samín, el espacio situado en Pérez Ardá, cuando un joven ya pedía la matrícula, y otros llamaban para tratar de retomar sus prácticas.

Tras un inicio de semana dedicado a reorganizar todas las lecciones que retrasó el Covid y abrir los correos acumulados en los monitores, los vehículos salieron ayer de la autoescuela dispuestos a conquistar el tráfico. Los nervios de los que se sentaban por primera vez al volante eran en esta ocasión menos evidentes, velados por las máscaras higiénicas o quirúrgicas, que la autoescuela guarda en bolsas herméticas con el nombre de su alumnado. Junto a ellas se meten los guantes, una medida más implantada en un servicio en el que cuesta mantener la distancia entre maestro y estudiante. Como compensación, el aire circula a través de las ventanillas bajadas, y el centro se ha hecho con unas fundas de plástico desechables con las que cubrir el asiento del piloto.

La parte de atrás del vehículo, antes almacén habitual de chaquetas, mochilas y bolsos, también exige su propio protocolo anticoronavirus. "Tenemos una caja para que guarden sus cosas, y desinfectamos el coche entre alumno y alumno", cuenta la directora del centro Sonia Estramil. Las pautas reducen el número de aprendices que el espacio puede recibir cada día, pero ayer fueron seis los jóvenes que volvieron a pisar los pedales. Estaban contentos de recuperar sus rutinas cotidianas y, aunque eran novedosas, dice la dueña, "respetaron las normas muy bien".

Mientras conducía, alguno tenía en la mente el 5 de junio, la fecha en la que se retomarán los exámenes prácticos. En Samín ya hay al menos una joven que quiere presentarse, y que apura esta semana para recuperar la destreza perdida durante la pandemia. Dos meses de parón en un proceso de aprendizaje se notan, y ahora toca volver a coger soltura a la hora de frenar, poner el intermitente y subir cuestas. "Son más lentos y se han olvidado de muchas cosas, pero imagino que en unos días recuperarán. Aunque antes tendremos que hacer un recorrido de nuevo por todos los sitios", apunta Estramil.

El conocido como 'coche escoba', en el que antes solía apelotonarse nerviosos un puñado de alumnos a la espera de examinarse, hace tiempo que dejó de ser una realidad para evitar la polución, pero los instructores preparan otras medidas preventivas para las pruebas. También en los teóricos habrá cambios, con menos estudiantes y una distancia de seguridad que complicará aún más si cabe que los inseguros puedan cotejar sus respuestas con el de al lado.

Debido a la cantidad de test que tuvieron que atrasarse por la pandemia, y el consecuente número de estudiantes listos para sacarse el carnet que se han acumulado, Tráfico ha decidido aumentar la cifra de exámenes que realizará por día. Como medida extraordinaria, habrá pruebas también por la tarde -antes eran solo por la mañana-, y autoescuelas como Samín pondrán además su grano de arena trabajando sin vacaciones, durante todo el verano.

Los exámenes teóricos empezarán esta misma semana, con prioridad para los que hayan realizado cursos de reeducación vial y conductores de mercancías peligrosas. El alumno medio tendrá un poco más de tiempo para el repaso, en el que las clases, de nuevo, tendrán una pátina diferente. A las autoescuelas se les recomienda impartirlas online, aunque centros como Samín mantienen sus aulas físicas, sabedores de que con pizarra y rotulador entran más las lecciones. Hoy el centro empezaba sus clases con "grupitos de seis o siete personas", que acudían en turnos para evitar solaparse en sus pasillos.

Aunque acogió a varios asistentes, el centro ha notado que "hay miedo a ir a la autoescuela". La directora de Samín teme además la recesión económica que sucederá al coronavirus, y que provocará "escasez de dinero para pagar las prácticas". Al edificio han acudido estudiantes para pedir la devolución de las lecciones que habían adelantado, y que ahora no pueden sufragar por haber perdido su negocio o sufrido un ERTE. Estramil señala que "si son muchos no podremos hacer frente a todos esos gastos", a los que se suman las cancelaciones de aquellos que "estudiaban en A Coruña y aprovecharon para apuntarse aquí" pero que tras la epidemia "se examinarán en su pueblo".

La decisión de posponer la Selectividad a julio es otro escollo en el camino para la recuperación de las autoescuelas. La mayor parte del alumnado de estos centros son jóvenes que acaban de terminar el instituto, y que aprovechan el verano antes de entrar en la universidad para hacerse con el carnet. Pero en lugar de las normas de tráfico, sobre sus mesas tendrán aún el próximo mes apuntes de Lengua, Historia o Geografía. El sector vive un momento "incierto", en el que no sabe "si habrá mucha gente o poca", pero se muestra "optimista" porque, como todo, también se volverá a conducir.