Para darse el primer beso como marido y mujer, Antonio Sylla y Pilar Fernández no dudaron en dejar la mascarilla a un lado. Pero cuando firmaron ese compromiso, sí tuvieron que protegerse, acompañados tan solo por dos testigos. Así fue su boda ayer en el Registro Civil ubicado en la plaza de Vigo, muy cerca de donde Pilar Fernández trabajó en los años 90. "Nos dijeron que es la primera boda después del coronavirus", desvela una de las testigos mientras baja las escaleras del edificio.

La crisis sanitaria ha provocado que la boda, como tantas otras esta temporada, sea "diferente", pero también "muy especial". "Puedo decir que yo me casé con mascarilla. Y no pasa nada. A lo mejor si tuviese 20 o 30 años me importaría más, pero estoy feliz", reconoce la novia.

El sol lució durante toda la mañana, como cualquier pareja desearía para su gran día, y no faltaron las miradas de los más curiosos, que paseaban por la plaza de Vigo. "Parece que ya empieza a haber bodas", le dijo una mujer a otra en cuanto vio el ramo de novia.

A Pilar Fernández no le faltó detalle. Tenía claro que quería llevar flores en su día. Y como manda la tradición, también lanzó el ramo al aire en cuanto dio el "sí, quiero". Hasta los nervios estuvieron presentes, pues fue el lunes cuando supo con exactitud que se casaría un 29 de mayo. "Teníamos la fecha guardada, pero todo se paralizó con el coronavirus. Nos dijeron que si pasábamos a fase 2, nos casábamos. Pero tuvimos que firmar el expediente el martes y, rápidamente, a las tiendas a buscar el vestido", relata.

A su lado, su testigo y amiga. La misma que luce una sonrisa por esta boda pocos días después de sufrir el Covid-19 de cerca, pues su hijo enfermó durante el confinamiento. "Pero ya está bien", se apura a decir. Mientras, Fernández cuenta que se conocieron trabajando y que ya son "como familia". Por eso entró con ella al Registro Civil y fue testigo del enlace con Antonio Sylla, que disfrutó de las carreras de su nieto justo antes de la ceremonia.

Los planes de boda empezaron a a finales de año. "Nos conocemos desde hace 20 años, y justo cuando decidimos casarnos, aparece el coronavirus", cuenta la novia entre risas. Ambos llevaron la situación "con calma", y con ganas de poder formalizar ese compromiso "cuanto antes".

No fueron los únicos en ponerse ayer las alianzas en el Registro Civil. Otras tres parejas se dieron el "sí, quiero". También con mascarilla. Las de Pilar y Antonio eran de tela, con estampados a juego con su vestimenta. La de ella, de flores rojas. La de él, gris y con puntos negros. "Pero para las fotos las sacamos", apunta Sylla.

De momento, la celebración a lo grande tendrá que esperar. "Queremos hacer una fiesta en Ourense, así que habrá que esperar a que dejen cambiar de provincia y que haya menos restricciones", informa la novia, a la que le gustaría que hubiese ido "más gente" a la boda civil. "Pero es lo que hay, no pasa nada", añade optimista.

Es su día y el de su marido, y no puede estar más feliz. Aunque la gran fiesta tenga que esperar unas semanas más, los novios quisieron pasar el día acompañados por sus seres queridos más cercanos, los que a la salida del Registro Civil les esperaron para aplaudirles y tirarles arroz. "No sabíamos que se podía tirar", dice una de las invitadas poco antes de ir corriendo al supermercado más cercano. Le dio tiempo a coger el paquete de arroz y repartirlo entre los allí presentes. Los granos volaron por el aire hasta caer en el pelo de los novios. Eso sí que fue como siempre. Y a falta de fotógrafo profesional, la cámara del móvil.

El banquete, en la Cabaña del Cazador. Pues para encontrar sitio para ocho también se toparon con dificultades. "Somos de Monte Alto y queríamos hacer algo por la zona. No fue fácil encontrar sitio para tantos, pero al final lo conseguimos", exponen los novios, que sellan su compromiso con un beso y las mascarillas en la barbilla.

Pilar Fernández y Antonio Sylla aseguran que les gustaría ir "lejos" para disfrutar de estos primeros días de casados. Pero igual que el coronavirus no ha conseguido parar su boda, tampoco acabará con la luna de miel. "Nos vamos a Muros", dicen ambos, con una radiante sonrisa en sus rostros. Fernández apunta que es una zona "muy bonita", a la que siempre apetece ir. "Ya que nos podemos salir de la provincia, nos vamos allí. A ver si acompaña el tiempo y comemos bien", señala. Lo importante, opinan ambos, es estar juntos. Sea donde sea.