No habrá San Juan en la playa. Lo ha confirmado la alcaldesa, Inés Rey, que explicó que, además, "se precintarán" los arenales de la ciudad "para evitar aglomeraciones y botellones".

La noche del 23 al 24 de junio es la fiesta grande de A Coruña. Hogueras y sardinas son protagonistas de un día que este verano tendrá que pasar de largo. Los más madrugadores que suelen acceder a los arenales para guardar sitio para la noite meiga podrán seguir durmiendo este año porque el Concello no permitirá que se celebre junto al mar. El acceso a las playas, ya entrada la tarde, estará prohibido.

Para Inés Rey es "terriblemente doloroso" que el San Juan no se pueda desarrollar como cada año, pero la crisis sanitaria provocada por el coronavirus obliga a cancelar este evento, como tantos otros.

Fuentes municipales señalaron en los últimos días que el Gobierno local podría proponer alternativas, lejos de la playa y las hogueras, para festejar esta cita, pero la alcaldesa todavía no ha detallado de qué iniciativas se trata ni cómo se van a organizar para que no se junten muchas personas en el mismo lugar.

Si todo va bien, San Juan coincidirá con el final de la desescalada, tras la fase 3, por lo que los coruñeses podrían llevar los festejos a la calle siempre que se respeten las medidas impuestas por el Ministerio de Sanidad. Para evitar aglomeraciones, barajan opciones desde sus competencias, como la intervención en el espacio público.

La alcaldesa defendió que la prohibición de bajar a los arenales "es una cuestión de seguridad y de salud pública". "No se puede permitir que se reúnan 100.000 personas", señaló, a la vez que alertó de que "las consecuencias podrían ser terribles". "Y no estoy dispuesta a asumirlo", añadió.

A Coruña era una de las últimas ciudades que quedaban por suspender la fiesta popular en los arenales a la espera, alegaban, de las comunicaciones del Gobierno del Estado. A poco menos de un mes de San Juan, el Concello ha anunciado sus planes de cerrar todas las playas ese día. "La pandemia no acabó", recordó Inés Rey, consciente del peligro que pueden suponer las aglomeraciones de gente.