Ángel Rueda casi no ha notado el coronavirus. El director del (S8) Mostra de Cinema Periférico ha pasado los días de cuarentena entre videoconferencias, atando los cabos de un festival que, a pesar de los contratiempos, ha decidido seguir adelante. El 31 de mayo tendría que haber comenzado el ciclo, que tendrá lugar del 27 de septiembre al 3 de octubre con internet como gran pilar. Las sesiones serán tanto presenciales como telemáticas, y todo se transmitirá en streaming, con el fin de que ningún aficionado tenga que renunciar este año a sus actividades.

Hablan desde el festival de una "primavera perdida"...

Yo desde el principio no lo he visto como algo negativo, me parece que tenemos que ser muy constructivos en esta circunstancia, que debe ser un reto para que sigamos inventando cosas. Nosotros lo hemos tomado así, por eso queremos ofrecer el festival como una manera de recuperar la primavera perdida. Le hemos pedido a cineastas de todo el mundo que nos manden una flor, y todas esas flores van a construir la imagen del (S8), un gran paisaje para transmitir optimismo a través de la cultura.

Manejan nuevas fechas, ¿también nuevas dinámicas?

Sí, ese es el reto. Nosotros ya teníamos el festival cerrado con todos los cineastas, y tuvimos que pensar en una propuesta que se acomodara. Esta edición va a ser un poco diferente, porque el (S8) va a tener un formato dual. Va a tener sesiones con público, pero todo se va a retransmitir por streaming para todo el mundo. Van a participar por videoconferencia la mayoría de los cineastas internacionales. Se van a hacer entrevistas online con ellos y va a haber hasta talleres accesibles a través de la web del festival. Los artistas estatales van a venir, porque consideramos que en septiembre se va a poder viajar por España. Pero, aunque existiera cualquier inconveniente, estamos preparados.

Con las posibilidades de un rebrote, ¿no han optado por enfocarse en lo local?

Va a tener mucha importancia, en los actos con público se va a impulsar su presencia. Pero también se va a amplificar mucho más la participación de los cineastas gallegos, porque eso también lo vamos a transmitir, para que vean en todo el mundo el cine de Galicia.

¿Había que construir una ventana para nuestros creadores?

Sin duda. Nosotros llevamos once años haciendo esa apuesta. Yo he hablado con algunos cineastas sobre hasta qué punto esto era un parón en esta progresión que estaba viviendo el cine de Galicia a nivel internacional. Pero es importante que, ante estas adversidades, se siga construyendo futuro. Nosotros hemos tenido el apoyo del Concello, la Diputación? la Xunta?

Desde el festival denunciaban que el Plan de Reactivación da Cultura Galega de la Xunta no incluía medidas concretas para los ciclos de cine como el suyo.

Lo que queríamos transmitir era frustración, porque hemos estado trabajando mucho, teniendo muchas reuniones? Y no nos ha parecido correcto que no nos mostrasen el plan en el que hemos trabajado juntos antes de que lo publicasen. Además, en él no se reflejaban los festivales de cine. El plan de la Xunta parece más una estrategia de maquillaje, porque en él no había ninguna acción económica para garantizar esos eventos y puestos de trabajo, cosa que con los festivales de música sí ocurría.

¿Con qué problemas se están encontrando los de cine?

Sobre todo, con la incertidumbre de en qué condiciones pueden hacer el festival. Por un lado, administrativas, porque el estado de alarma ha parado muchos procesos. Esto ha detenido la entrada de patrocinadores, por ejemplo. Otra problemática muy gorda dentro de los festivales es el dinero que hay que adelantar para hacerlos. De repente, hay algunos que han sido suspendidos y ya habían gastado en comprar vuelos, pagar los derechos? Hacer un festival de cine no es poner películas sin más, detrás hay una cantidad de gente muy importante trabajando. En un momento del confinamiento decían que lo primero era el trabajo y luego la cultura, pero es que la cultura da trabajo.

¿El cine continúa sin ser patrimonio?

Todavía no tiene la estructura adecuada ni las políticas que desde las instituciones dan otros países que lo consideran uno de los grandes impulsores de su economía. Esto aquí no llega a cuajar, así que es muy débil y no existe la infraestructura para proteger a los artistas.

El año pasado aseguraba que nos encontrábamos ante las generaciones de creativos más preparadas. ¿Augura un retroceso para ellos en la "nueva normalidad"?

Este contexto lógicamente ha provocado un frenazo, porque este iba a ser un buen año con muchas películas en preparación y otras recién estrenadas en Berlín, Toronto? Esas grandes ventanas no mostrarán su trabajo. Pero yo creo que somos duros de pelar y que esas películas van a tener su ocasión más adelante.

Desde el (S8), ustedes apuestan por las de vanguardia. Pero lo experimental no se estila en tiempos de inseguridad económica.

Yo pienso lo contrario. En un primer momento se va a intentar recuperar una seguridad, pero si el paisaje es otro, no te sirve de nada ese conservadurismo, sino que la oportunidad de conquistar un futuro es a través de gente que vaya a aportar cosas nuevas y que tenga esa capacidad de reinvención. El que va a tener más problema es un cine que no arriesga e intenta reproducir modelos que a lo mejor están obsoletos o gastados. Eloy Domínguez va a poder seguir aportando su mirada porque requiere menos infraestructuras, pero hacer una gran película comercial con muchos actores va a tener sus complicaciones.

¿Habrá que cambiar de perspectiva, entonces?

Sí. Esta situación tan extrema nos ha llevado a que nos replanteemos si estábamos haciendo bien las cosas. Y el cine es algo más que ocio. Durante el confinamiento ha demostrado ser alimento para el alma.