Coinciden en el gusto por el blanco y negro, en el uso de la imagen química, y en alguna crítica de juventud en la que algunos —muy erradamente— les aseguraron que lo suyo no era la cámara. A Alberto García-Alix y Vari Caramés les une además una larga amistad surgida en la época de la Movida, en la que compartían copas a caballo entre A Coruña y Madrid. Este jueves 11 de junio (20.00 h), con ‘Entre las sombras’, el Premio Nacional de Fotografía y el coruñés fortalecerán aún más su nexo a través de una muestra conjunta, en la que reunirán hasta el 31 de julio en la galería Parrote cerca de una treintena de instantáneas.

Alberto García-Alix | Premio Nacional de Fotografía

“Esas fotos que me dijeron que no valían para nada hoy están en museos”

“La mayoría de los selfis no tienen ninguna intencionalidad más que el hedonismo” - “Mi imagen se mantiene con el tiempo”

Alicia Pardo | A CORUÑA

Vuelve a la noche, su gran inspiración.

He intentado llevar un nuevo trabajo hecho en los últimos años, que se llama Expresionismo Feroz, para acompañar a Vari, un gran amigo. Es una mirada que tiene que ver con las sombras, pero a mi manera juguetona. El expresionismo potencia el misterio, la búsqueda a través incluso de la deformidad…

¿La mejor imagen es la que se oculta?

No, la mejor imagen no existe. Existen imágenes más lúcidas que otras. Pero cuando empleamos la palabra mejor, pecamos.

A usted siempre se le ha relacionado con lo nocturno, con esa fama de gamberro…

(Ríe) No lo sé. Lo que pasa es que yo fotografié los ambientes underground del Madrid de finales de los 70, 80 y 90…

Y le quedó ese sambenito de fotógrafo de la Movida…

Me habría gustado serlo, pero yo no tuve entonces conciencia. Solo fotografié mi pequeño mundo. Dentro de eso, sí, pero no con la conciencia de una generalidad.

En la Movida le aconsejaron que se dedicara a otra cosa.

Sí, la primera vez que intenté vender mis fotos. Pero si uno no tiene fe en sí mismo… Además, en general, hubo siempre un prejuicio contra la juventud. Y en aquella época yo era muy joven, muy rockero. Esas mismas fotos que me dijeron que no valían para nada, hoy en día están en muchos museos.

¿La fotografía exige vanidad?

No la fotografía, el sentimiento de artista. Y más que vanidad, es la soberbia de la obra, de ser propia.

“Dulce monstruo de juventud”, lo llamaba en una de sus últimas exposiciones

Sí, aunque no hice ningún texto. Tenía que haberme preocupado de hacerlo, pero son tantas cosas… Con las exposiciones hay que hacer un discurso y un desarrollo.

¿Por eso se introdujo en el vídeo? ¿No era suficiente el grito mudo de la imagen?

Ese es otro camino de trabajo experimental, otra manera de crear. Eso sí, requiere un guion, con lo cual me obliga a escribir.

Con su cámara ha captado a figuras como Pedro Almodóvar, o Camarón de la Isla. Tiene un objetivo profético.

A Pedro Almodóvar solo le hice una vez unas fotos, y no son buenas, son vulgares. Camarón es otra cosa, las hice con más conocimiento, y son fotografías más intencionadas. Pero cuando le retraté, ya era Camarón. Las hice para una revista, pero fueron tan buenas que se convirtieron en iconos.

¿Qué siente ante ellos?

Me sorprendo de haberlas hecho yo (ríe). Me pasa a veces que voy a casa de alguien y veo una foto mía de hace 20 o 30 años y me gusta. Sigo encontrando que la imagen se mantiene con el tiempo, que es lo que las hace buenas.

Ahora estamos con los millenials, los Z… ¿Hay diferencia entre un selfi

Son diferencias sustanciales. La mayoría de los selfis no tienen ninguna intencionalidad más que el hedonismo, y a veces muy precario. Pero el autorretrato necesita una intencionalidad y una búsqueda. Cada vez que coges la cámara empieza el ejercicio. Siempre hay algo que quiere salir, y siempre hay algo que no va a hacerlo.

Vari Caramés | Fotógrafo coruñés

“En los 80 la gente me criticaba porque hacía fotografías borrosas”

“Ya no soy ese cazador de mariposas que era antes, pero sigo persiguiéndolas” - “La imperfección es donde empieza el arte”

Alicia Pardo | A CORUÑA

Sorprende esta alianza. La ternura de sus imágenes choca con la crudeza de García-Alix.

Yo creo que hay guiños que nos identifican y que nos hacen cómplices, y ese es el espíritu de esta exposición. Entre las sombras está sacado del libro Viaje al fin de la noche, en el que se comenta que lo más interesante sucede siempre entre las sombras. Es esa búsqueda de momentos y situaciones extrañas y sorprendentes. A plena luz las cosas no tienen tanto misterio, no hay esa atmósfera propicia.

Ustedes coinciden en ella. Él por la nocturnidad, usted por lo difuso, por dejar entrever.

Sí. Yo creo que el discurso entre los dos se establece por esa selección de fotos mías en blanco y negro, de mi primera etapa. Son fotos de época, de los primeros tiempos… También porque somos antiguos amigos de hace años.

¿Cómo se conocieron?

Fue en la época de principios de los 80. Él venía por aquí porque tenía a la que luego sería su pareja, Susana, y los tres éramos amigos comunes. Luego también por sus fotos, coincidimos en alguna exposición colectiva… Cuando iba a Madrid salíamos de copas y risas.

En comparación con esos tiempos, ¿hoy se busca demasiado la perfección en la fotografía?

(Piensa) La fotografía química tiene un encanto que a lo mejor en la digital no es tanto. Hay otro protocolo, otros tempos entre que haces la toma, la revelas, las eliges… En cambio, hoy es esa cosa tan fugaz de tomar la fotografía y verla, que a mí no me interesa.

¿Y de joven era usted igual de paciente?

No, no. Antes era bulímico en el sentido de que no paraba de disparar, todo me interesaba e iba de un lado para otro tomando fotografías. Es lógico, porque también la mirada madura con el tiempo. La forma de mirar va cambiando.

¿Qué ve ahora que no viera antes?

Otra intención. La intención es importante en la fotografía, y a mí ahora me interesan los temas más reflexivos. Ya no soy ese cazador de mariposas que era antes, ahora me cuesta más cazar, pero sigo persiguiendo mariposas. Aunque para mí es muy difícil ilusionarme con las cosas como antes.

Es que ha estado entre sombras usted también…

Y tanto. Yo he perdido a mi mujer hace un año, y es muy duro. Te quedas muy descentrado, espeso, y el sentido de las cosas cambia. Las circunstancias de la vida condicionan mucho la manera de ver y hacer.

Lo que no ha cambiado es su toque de acuarela, aunque el pintor no es usted, sino su padre.

Sí. De él aprendí muchas cosas, pero yo siempre he estado rodeado de pintores. Mi mujer también era pintora, aunque no profesional, pero era mi musa. Yo siempre he sido un poco díscolo en el tema de la fotografía, porque nunca me he considerado un fotógrafo convencional. Aunque ahora mis fotos gusten, recuerdo que en los años 80 la gente me criticaba porque hacía fotos borrosas. Pero me gusta crear efectos de los defectos. La imperfección, el fallo, es donde siempre empieza el arte, de las dudas también surge alguna certeza.