Raquel Vázquez esperaba ayer en la terminal de San Cristóbal la llegada del tren procedente de Vigo a las 11.58. Aparentemente estaba tranquila, pero por dentro le hervía una impaciencia de la que por fuera no daba muestras. De uno de los vagones saldría su hermana menor, de 23 años, que estudia en Pontevedra, con la que habla casi todos los días pero a la que no veía desde hace casi cuatro meses. Minutos después las dos jóvenes se fundían en un intenso y prolongado abrazo, sus rostros bañados por las lágrimas, las manos de una acariciando la espalda de otra.

"Qué ganas tenía de abrazar a mi hermana. Estamos muy unidas y llevamos todo el confinamiento hablando sin poder vernos", contaba la estudiante, con los ojos llorosos y agarrada a la cintura de su hermana mayor, médico de profesión. Era tan grande el deseo del reencuentro que la joven tomó el tren ayer para cambiar de provincia por primera vez desde marzo y pasar unas horas con Raquel antes de regresar a Pontevedra. "El fin de semana vuelvo". Otra alegría.

Como Raquel y su hermana, otros padres e hijos, abuelos y nietos o hermanos de A Coruña y parejas separadas por la distancia de otra provincia gallega pudieron ayer besarse y abrazarse tras mucho tiempo sin hacerlo, siempre con la mascarilla puesta, por lo menos en lugares públicos. La fase 3 de la desescalada permitía ya la movilidad de personas entre provincias de la comunidad y algunas aprovecharon la nueva etapa hacia la normalidad para reencontrarse con sus seres más queridos.

También en la estación de San Cristóbal y al mediodía, Teresa Calvo esperaba desde un cuarto de hora antes sentada en una silla de la terminal la llegada de su nieta de 9 años, Aldara, acompañada de su madre, Beatriz Piñeiro. "Tengo unas ganas... por eso llegué con tiempo a la estación. Desde febrero no las veo. Viven en Pontevedra y no hemos podido sino hablar mucho por teléfono", contaba antes del reencuentro. Madre e hija fueron de las últimas personas en llegar del vagón a la terminal de pasajeros y cuando la niña vio a su abuela corrió para lanzarse a sus brazos. Las tres hicieron una piña al instante. "Nos quedamos cuatro días y volvemos después porque mi hija tiene clase de teatro el fin de semana", explicaba Beatriz con la sonrisa protegida por la mascarilla. Aldara se desperezaba aún, había dormido un rato en el tren. Volvía junto a su abuela con ganas de pasarlo bien. "Estos días haremos... lo que surja, ya se verá", decían las tres en dirección a la salida.

De las últimas en alcanzar la terminal, mientras caminaban con sus equipajes viajeros a quien nadie esperaba, fueron también Noemí y Clarice, que se subieron al tren en Vilagarcía de Arousa, donde estudian Secundaria. Las esperaban entre nervios Sofía y Lidia, una de ellas llegada a la ciudad por carretera poco antes desde Monforte de Lemos, en Lugo. Las cuatro amigas "muy amigas" formaron un nudo de abrazos en presencia de la madre de una de ellas, con ganas todas de moverse con libertad juntas y pasar unos días unidas tras más de cuatro meses sin verse.

Son tres historias de reencuentro y felicidad en tiempos de coronavirus, de avances hacia la normalidad entre precaución y medidas protectoras. Como estas, otras personas pueden desde ayer cambiar de provincia en Galicia tomando el tren o el autobús en las estaciones o un vehículo particular si lo que desean es ver a un familiar, a un amigo o a la pareja. Ya sin temor a ser multados, menos expuestos en teoría al riesgo de contagio del virus que hace unos meses.

En la misma estación de San Cristóbal otros residentes en A Coruña tomaban ayer el camino inverso y, poco antes de que llegase el tren desde Vigo, tomaban otro a otros puntos de Galicia. Daniel volvía a Vilagarcía para ver a su familia tras realizar los últimos exámenes de un ciclo de Energías Renovables y poco después regresará para buscar una ocupación en la ciudad y pasar el verano, según contaba a las puertas de la estación. Dentro, un padre esperaba a que partiese el tren en el que viajaba su hija, estudiante de 22 años, con rumbo a Ourense para pasar el día con un amigo.