La parroquia de San Antonio, en el número 256 de la avenida de Fisterra, estuvo ayer de fiesta. La celebración no se basó solo en felicitar a aquellos que responden al nombre de Antonio o Antonia, sino también de degustar las típicas rosquillas de esta festividad. Un puesto de estos dulces se instaló frente a la iglesia. A más de uno le pilló por sorpresa, al no saber si estaría permitida esta venta en tiempos de coronavirus. Para aprovechar la jornada y olvidar aquellos días en los que no se pudieron festejar jornadas con rosquillas, el puesto estuvo abierto hasta pasadas las nueve de la noche.