El programa A Flote, puesto en marcha por el anterior Gobierno local en 2016 para proporcionar ayudas puntuales en situaciones de emergencia, ha ido incrementado sus recursos año a año: de los algo menos de 60.000 euros de la primera anualidad se pasó a cerca de 208.000 en 2019, cuando, de acuerdo con el informe emitido por la Fundación Emalcsa, gestora del programa junto con el Concello, se concedieron 460 ayudas a 327 personas o unidades familiares, en la inmensa mayoría de los casos para pagar gastos asociados a la vivienda. El informe también señala que las ayudas se concentran en determinadas zonas de la ciudad, especialmente los barrios "tradicionalmente más humildes" de Sagrada Familia, Os Mallos, O Ventorrillo y Agra do Orzán, que suman la mitad de las ayudas. Y, aunque hay una gran heterogeneidad entre los perceptores, el informe permite ver diversos rostros en la pobreza: hogares monomarentales en el caso de las beneficiarias mujeres, situaciones próximas a la marginalidad en los hombres, e inmigrantes irregulares y refugiados sin redes de apoyo.

Barrios populares. En 2019, el 29,8% de las ayudas del programa A Flote se concedieron en el código postal 15007, que se corresponde con Sagrada Familia y Os Mallos. Otro 20,2% en el 15010, que engloba O Ventorrillo y el Agra do Orzán. Le sigue el 15011, Os Rosales, con un 12,2%, y ninguno de las otras nueve zonas de la ciudad llegan al 10%: las que más se aproximan son el 15009, con un 8,3%, y el 15002, Monte Alto, con un 7,4%, mientras que las ayudas otorgadas a residentes en del distrito de Juan Flórez y San Pablo, el 15004, no alcanzan el 1,7%. El 15001, la Ciudad Vieja, se encuentra entre los barrios en los que se otorgaron menos ayudas, tan solo trece, lo que supone un 2,8% del total, pero a cambio tiene el importe medio más alto: más de 1.030 euros, cuando la media de todos los barrios es de 451 euros.

Hogares monomarentales. De los perceptores de ayudas, el 56% son mujeres, pero, como señala el informe, el 55% de la población mayor de 18 años de la ciudad es femenina, por lo que no es más probable que se otorguen a uno u otro sexo. Sí que hay diferencias en los perfiles de los perceptores. Las mujeres se concentran en el tramo entre los 30 y los 44 años, lo que es señal, según el informe, de su "mayor vulnerabilidad" ante situaciones próximas a la exclusión y la emergencia social. Otro factor en el que hay una importante diferencia es en el de las personas a su cargo. En 2019 se beneficiaron de A Flote 62 hogares formados por una mujer sola con hijos a su cargo, mientras que solo hay cuatro casos de hogares monoparentales. De acuerdo con el informe de Emalcsa, esto indica que ser una mujer sin pareja a cargo de un hogar "es un factor e riesgo a la hora de poder obtener recursos para hacer fronte a las circunstancias eventuales de urgencia". Aproximadamente un tercio de las mujeres que recurre a A Flote encabeza un hogar monomarental.

Maltrato. En cuanto a la violencia de género, en 2019 hubo doce perceptoras víctimas de esta, aunque el informe señala que esto no implica que haya más, dado que es una cuestión "ampliamente invisibilizada, incluso por parte de las víctimas". Siete eran extranjeras.

Soledad y exclusión en hombres. Menos un tercio de las mujeres beneficiarias de A Flote en 2019 vivían solas, pero casi el 70% de los hombres beneficiarios constituían un hogar unipersonal. También es más frecuente entre los hombres vivir en habitaciones: así ocurre en un 68% de los casos, frente a solo un 28% de las mujeres. La situación económica de los varones también suele ser peor. De los receptores de ayudas atendidos el año pasado, el 74% no percibían ingresos ni prestaciones, mientras que en las mujeres este era el caso de menos de la mitad, concretamente el 45,7%. E incluso entre los que sí tienen ingresos, bien a través del trabajo, la economía irregular o las ayudas, la cuantía es más limitada que en las mujeres: solo 361 euros. También presentan mayor proporción de factores de exclusión como la falta de redes de apoyo, adicciones o enfermedades mentales. Aunque el perfil es heterogéneo, el informe de Emalcsa concluye que la situación de los varones parece situarse en los límites de la marginalidad social "en mayor medida que las mujeres", que se suelen hallar en una situación de emergencia más que de exclusión propiamente dicha.

Mayoría de inmigrantes. La mayoría de los beneficiarios de A Flote en 2019, el 57%, no tenían nacionalidad española. Dado que el porcentaje de extranjeros en la ciudad, siguiendo el padrón municipal del año pasado, era del 5,3%, esto indica que es aproximadamente unas diez veces más probable que un inmigrante, que sufre "un mayor riesgo de exclusión social" recurra al programa que un español. Por comunidades, en A Flote están sobrerrepresentados tanto los americanos, que son dos tercios de los perceptores de ayuda pero el 53% de los inmigrantes residentes en A Coruña; y los africanos, que, pese a ser el 14% de los extranjeros, recibieron el 22% de las ayudas, mientras que los inmigrantes europeos y asiáticos las solicitaron menos De los 188 beneficiarios, el colectivo más frecuente es el de los venezolanos, con 40 personas.

Africanos sin apoyos y refugiados americanos. Un centenar de los que acudieron al programa, un 53% del total, se encuentran en situación irregular, una situación especialmente frecuente entre los inmigrantes africanos. El perfil entre estos es de un hombre joven, que vive solo y carece de redes de apoyo, y también es más frecuente que vivan en alojamientos sin contrato. Son además el colectivo en situación económica más precaria: casi el 77% no cuentan con ningún tipo de ingreso. Otras 27 personas, el 14,4% del total, han solicitado una orden de protección internacional. Estas solicitudes de asilo son mayoritariamente de personas procedentes de América, con un perfil diferente al de los africanos; así, el 70% de los perceptores de este origen son mujeres, y es más frecuente que formen unidades familiares.

Pobreza y marginalidad. El denominador común de los beneficiarios de A Flote son las dificultades económicas. En el caso de aquellos de los que se dispone de datos, el 58,1% no tienen ningún tipo de ayuda ni ingreso, mientras que el 18,7% percibe ayudas., el 8% trabaja en negro y el 7% en empleos precarios o irregulares, y solo el 4% tiene un trabajo convencional. Entre los españoles es más frecuente cobrar ayudas y más raro no tener ningún ingreso, mientras que el extremo contrario se da entre los africanos, con los inmigrantes de origen americano en un término medio. Incluso entre los que perciben dinero de alguna forma, las ganancias son precarias. Casi ocho de cada diez perceptores de A Flote ganaban menos de 537,4 euros al mes, cifra fijada como referencia por el Iprem para percibir ayudas, y solo en dos casos pasaban de los 800 euros mensuales. Entre otros factores de exclusión, 18 perceptores presentaban adicciones, tres diversidad funcional y 34 carecían de hogar. Cuatro procedían de instituciones penitenciarias y uno había sido menor tutelado.