A pie de calle, la nueva normalidad, que ayer estrenó Galicia como primera comunidad en salir del estado de alarma, se parece más a una nueva fase de la desescalada que a una puerta hacia la libertad. A Coruña inició la apertura gradual de parques infantiles, aunque la lluvia chafó los planes de sus pequeños usuarios, y los bares se ensancharon, ya con un 75% del aforo disponible para sus clientes. Mientras, los vecinos siguen protegidos con mascarillas, se ordenan religiosamente para comprar el pan o la fruta, mantienen la distancia de seguridad de 1,5 metros y apenas notan diferencias respecto a la fase anterior.

"Creo que la gente sigue siendo igual de prudente y consciente de lo que está ocurriendo. No parece que ya no haya estado de alarma", reflexiona Irene Brea, vecina del Agra do Orzán, donde se instaló hace ya 25 años. Es uno de los barrios urbanos con mayor densidad de población de Europa, el de mayor diversidad cultural de A Coruña y una de la zonas de la ciudad más vigiladas durante el confinamiento. para evitar aglomeraciones y comportamientos prohibidos. "Pero ahora ya casi no se ve policía", se queja María de las Nieves Rey., que vive desde los años setenta en el distrito. Asegura que "todavía no hay normalidad", ni nueva ni antigua. "Hay miedo a salir", señala. Ella y todos coinciden, por distintas razones, en que ha aterrizado de forma parcial. Y es que, al tiempo que el Gobierno gallego se adelantaba al resto en solicitar el fin de la alarma, dictaba, dentro de sus competencias recobradas, nuevos límites a la actividad comercial y hostelera.

Los bares, por ejemplo, no pueden abrir al cien por cien. El Gobierno gallego ha subido el aforo en el interior de los locales, pero hasta el 75%. Los clientes, dicen sus encargados, se fían más de momento de las terrazas. "La gente está más cómoda fuera, pero hay quien ya empieza a ocupar la barra o sentarse en las mesas. Todos los clientes son muy respetuosos y se preocupan por la desinfección", cuenta Pedro Vecino, propietario del bar Vecino, que ya ha quitado las "parcelas" de la barra aunque todavía no ha puesto taburetes. "Ahora pueden estar a 1,5 metros de distancia, pero seguimos marcando dos por precaución", añade.

En la cafetería Portobello, también en el Agra do Orzán, aún tratan de coger el ritmo. Mónica Prieto abrió el local el 27 de diciembre, por lo que la pandemia les pilló "arrancando". "Salir del estado de alarma no nos influye demasiado porque no tenemos mucho espacio dentro", desvela. Algo parecido le pasa a Paloma Seco, de la tienda de zapatillas La Huella, un comercio de toda la vida, que nota, además, que "a la gente todavía le cuesta salir". "Pero veo que nos ayudamos mucho y se compra mucho en el barrio", se sincera.

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A Coruña estrena la nueva normalidad

Estos establecimientos ya llevan semanas abiertos, pero hay quien empezó ayer a entrar en contacto con la rutina. Como Izabel Dos Santos, vendedora de la ONCE frente al mercado de As Conchiñas. "Estoy muy contenta porque, al ser el primer día, me esperaba que viniese menos gente. Hay clientes que te traen cupones pendientes y ya de paso se llevan alguno nuevo", detalla la joven brasileña, que llegó hace 22 años a A Coruña y se instaló hace siete en el Agra do Orzán. "Tenía ganas de trabajar ya porque fueron momento difíciles", confiesa.

El de ayer fue un día especial para Dos Santos, como también lo fue para los pequeños de la casa, que pusieron fin a tres meses sin columpios ni toboganes. El Concello se encargó de las labores de desinfección y limpieza para la apertura gradual de los parques infantiles, aunque permanecerán cerrados, por obras, los de Os Rosales, Tabacos y As Conchiñas. Como novedad, un cartel informa del aforo disponible en cada espacio. En el parque de As Atochas, donde juegan Sol, Carmen, Rita y Antón, hay sitio para 43 niños. "Me apetecía que abrieran ya los parques porque solía venir mucho", apunta Carmen, de 9 años, mientras que su hermana Rita, de tan solo 4, recuerda que "hay que ponerse mascarilla". "Antes no podíamos venir porque no se podían tocar las cosas por el coronavirus", dice. A Sol, de 9 años, le hace "mucha ilusión", volver a disfrutar de los columpios y ver a sus "amigas", aunque tuvo que esperar a la tarde para hacerlo porque la lluvia le impidió ir por la mañana. "Es una de las cosas que más me gusta, me entretiene mucho", reflexiona Antón a sus 8 años.

Además de la apertura de parques infantiles y biosaludables, entre las medidas de prevención de la Consellería de Sanidade, publicadas en el Diario Oficial de Galicia, figura que las discotecas y pubs, cerrados hasta el 1 de julio, podrán ofrecer sus terrazas a los clientes y podrán abrir los centros de atención social, comedores sociales, centros de actividades de inclusión y similares con una capacidad del 75 % del aforo.

Entre las decisiones autonómicas, una de las que ha tenido mayor contestación es la de retrasar a septiembre la apertura de los centros de día que atienden a mayores o a personas con necesidades especiales. Asociaciones y familias alertaron del "deterioro" que estaban sufriendo sin sus terapias y rutinas y Política Social tuvo que rectificar. Se permitirán terapias individuales con cita previa pero aún no hay fecha, a la espera de que la Administración gallega forme a sus trabajadores para el retorno a la actividad.

Otra práctica que se puede retomar desde ayer es la actividad deportiva federada de competencia autonómica, pero también con restricciones: se mantiene la prohibición del contacto físico pero se tolera un máximo de hasta 25 personas de forma simultánea en los entrenamientos.

Es por eso que el Viaxes Amarelle, el único equipo no profesional que volverá a competir, apenas ha notado diferencias. Para preparar el play off exprés de ascenso a Primera División femenina de fútbol sala, que será el próximo 25 de julio, la plantilla naranja ya volvió a la cancha el lunes de la semana pasada, con el inicio de la fase tres.

El cuerpo técnico con mascarilla; las jugadoras, a las que se les toma la temperatura antes y después, cada una con su botella personal de hidratación y con su balón. Y todos tras pasar el test médico que les dio luz verde. El protocolo no varió ayer en su primera sesión ya en la denominada nueva normalidad pese a que en principio ya iban a poder utilizar el vestuario de las instalaciones. Eso sí, con la salida del estado de alarma, la Federación les pide que limiten su exposición social para reducir el riesgo de contagio.

Casi todos los deportes de la ciudad ya habían ido recuperando su actividad paulatinamente a lo largo de la semana pasada. Atletismo, natación, judo, taekwondo, surf, halterofilia, esgrima, pádel... Cada uno con sus propios protocolos de seguridad en función de las particularidades de su disciplina y de los que son responsables mientras que el Concello se comprometió a asumir las medidas de desinfección de las instalaciones municipales.

En las próximas semanas están ya planificados varios campamentos deportivos que los clubes han empezado a ofertar y la celebración de algunas competiciones como la Regata Infanta Elena de vela que tendrá lugar el 5 y 6 de julio en aguas de la bahía coruñesa y la Liga Gallega de traineras.