Monte Alto rebaja la tensión

El barrio culmina su desescalada con casi todos sus negocios abiertos y sus vecinos acostumbrados a la nueva normalidad

Un grupo de vecinos de Monte Alto descansa en los bancos del barrio.

Un grupo de vecinos de Monte Alto descansa en los bancos del barrio. / // Carlos Pardellas

Marta Otero - A Coruña

Monte Alto respira como antaño. O esa es la impresión general al caminar a media mañana por sus calles y plazas, que parecen haber despertado, casi por completo, tras tres meses cuyos efectos tardarán en desaparecer de la memoria colectiva. Los niños, con sus juegos y sus risas, se han vuelto a apropiar de la explanada de la plaza del Mercado después de semanas anhelando la libertad desde sus hogares, una tarea que supuso, para muchos, el mayor y más extraño reto de sus vidas.

Ahora ese inusitado castigo queda atrás, y las pelotas, las bicicletas y los patinetes vuelven a ocupar sus espacios y a llenarlo todo. Sobre todo, si el tiempo acompaña. Para María Mercedes Velázquez, madre de dos pequeños, el día 26 supuso un auténtico alivio. "Más para mí que para ellos. Estamos muy acostumbrados a pasear, a respirar aire fresco y ver el mar. Fue difícil", admite. Reconoce que, desde el inicio de las fases, no hay queja con respecto a la actitud de los vecinos del distrito, que parecen haber interiorizado, como ella, las normas. "Todo el mundo lleva mascarilla, y nos hemos acostumbrado a decir a los demás que no se acerquen mucho", ejemplifica.

La misma plaza que constituye el lugar de juegos favorito de los pequeños del 15002 es también el enclave predilecto de los mayores para el descanso. A los bancos, bajo la sombra y manteniendo las distancias, han vuelto los veteranos del barrio, para los que tampoco será fácil olvidar estos meses. "Estoy preocupada. Creo que el tema de las terrazas no se está haciendo muy bien, veo algunas aglomeraciones. A ver si, gracias a Dios, no volvemos para atrás", espera una de sus vecinas, Isabel Carballeira.

Una prudencia de la que hacen gala, por norma general, los demás vecinos de un barrio cuyo mercado central, abierto durante los meses de parálisis, consiguió que no perdiese del todo la vida. Así lo atestigua otra vecina, Carmen Cambón, observadora desde su ventana. "Veías ir y venir a la gente, ahora ya va cambiando la cosa", asegura.

Comercios y locales de hostelería fueron despertando de forma desigual a medida que se sucedían las fases, desde los más ansiosos que levantaron la clausura el día 11 de mayo, hasta los que prolongaron el cierre hasta la llegada de la nueva normalidad. "Al principio la gente era más reacia a entrar, ahora, con geles y mascarillas, estamos todos más acostumbrados", aprecia Mercedes Campelo, propietaria de El Dyppo de Mercedes.

Aunque han sido unos meses extraños, durante los que no se supo demasiado bien cómo reaccionaría la población a la llegada del desconfinamiento, la inmensa mayoría de los vecinos salió del encierro con ganas de reencontrarse, de disfrutar del buen clima y de recuperar el tiempo perdido con sus amigos. "Pensé que íbamos a trabajar peor, al 50%, pero estamos trabajando al 80%, no me quejo", confirma el hostelero Roberto López. Aunque afirma no haber tenido problemas a la hora de hacer cumplir las normas a sus clientes, hay una circunstancia difícil de contener, sobre todo si sale el sol: "Cuando hay una mesa libre en la terraza, la gente se lanza, a veces no da ni tiempo a desinfectar".

Con todo, y pese al carácter optimista con el que el barrio ha afrontado su recuperación, a nadie son ajenas las dificultades que han tenido que atravesar muchos vecinos de la zona para cubrir sus necesidades básicas, una coyuntura a la que residentes y propietarios de negocios se han propuesto hacer frente mediante la creación de un Grupo de Apoyo Mutuo vecinal para recaudar fondos para quien así lo precise. "La gente lo ha pasado mal. Hemos puesto huchas en muchos comercios para recaudar algo. Para muchos, esta situación ha sido muy difícil, no podían pagar lo básico", confirma Mercedes Campelo.

Mercedes Campelo- Comerciante"Quería liquidar en marzo y abril y no pude, me vino ahora todo junto"

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A Mercedes Campelo el confinamiento le desbarató los planes y la cronología de su jubilación, que había planeado cuidadosamente y que culminará, de igual modo, a finales de este mes. "Quería ir liquidando los meses de marzo y abril y no pude, ahora me vino todo junto", relata. Sin embargo, y aunque los días del Padre y de la Madre habrían sido grandes oportunidades de venta, no se queja de los números del último mes en activo de El Dyppo de Mercedes, especializado en cosmética, productos de higiene y complementos: "La gente ha respondido muy bien".

Roberto López - Hostelero"Esperé a abrir a poder trabajar la barra, es algo fundamental aquí"

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Roberto López tuvo que hacer uso de la virtud de la paciencia casi un mes. Aunque los locales de hostelería podían abrir la terraza el día 11 de mayo, el dueño de la Cervecería La Garimbota decidió esperar al 8 de junio para volver a funcionar. "Esperé a poder trabajar la barra, es algo fundamental aquí", argumenta. No puede quejarse de la recuperación progresiva que experimenta su negocio, tampoco de la actitud de sus clientes y vecinos. "No he tenido ningún problema, la gente se comporta", aprecia.

María M. Velázquez - Vecina"Fue un respiro poder salir el 26, me agobiaba yo más que los niños"

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El confinamiento con niños en casa, con tanta energía sin gastar y la imposibilidad de entretener a los pequeños las 24 horas del día, supuso un reto extra para los padres estos meses. "Fue un respiro poder salir el 26, me agobiaba yo más que los niños", reconoce María Mercedes Velázquez, quien, sin embargo, admite que sus dos pequeños se portaron muy bien los meses de encierro. Un período que, sin duda, tardará en olvidar por lo extraño de las circunstancias. "A veces parecía que vivíamos una película de miedo", añade.

Isabel Carballeira - Vecina"Mis hijas no podían venir a verme por precaución, fue fastidiado"

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No han sido unos meses fáciles para Isabel Carballeira. "Mis hijas no podían venir a verme por precaución, fue fastidiado", resume. Esta vecina de Monte Alto sabía, no obstante, que la soledad obligatoria era la principal medida de prevención, y que las normas están para cumplirlas. Cuando por fin pudo salir a pasear y a respirar aire fresco, lo hizo respetando escrupulosamente las franjas horarias marcadas para su grupo de edad. "Venía a pasear una hora por la mañana y otra por la tarde", recuerda.

Carmen Cambón - Vecina"Me gusta mucho estar en casa, no se me hizo claustrofóbico"

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Carmen Cambón es feliz en su hogar. Para esta vecina de Monte Alto de toda la vida, el confinamiento no supuso una experiencia tan agria como para el resto de la población: "Me gusta mucho estar en mi casa, no se me hizo claustrofóbico el confinamiento. Cuando empezó todo esto, mis hijos me dijeron que me fuera con ellos, pero les dije que de eso nada", asegura. Tanto es así, que no tuvo una prisa especial por salir cuando empezaron a levantarse las prohibiciones, "aunque sí que lo echaba un poquito de menos", admite.

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