La reclusión de los seres humanos de todo el mundo durante el confinamiento ha supuesto un respiro para la naturaleza, la gran beneficiada de la pandemia ocasionada por el Covid-19, ya que la drástica reducción de la contaminación ambiental ha dado como resultado un aire mucho más limpio y un tiempo de paz para muchas especies. Sin embargo, los efectos no han alcanzado a todos por igual y, para sorpresa de muchos, la fauna marina apenas ha cambiado a lo largo de estos meses. Así lo cuenta el biólogo de la Coordinadora para o Estudo de Mamíferos Mariños (Cemma), Alfredo López, que afirma que en Galicia "no se aprecian diferencias en cuanto a la distribución de las especies". "Es posible que no se hayan producido grandes cambios porque, aunque se ha reducido el tráfico marítimo, la pesca ha seguido adelante durante todo el confinamiento", explica.

Si bien no se ha producido la esperada explosión de vida submarina, sí se han observado ciertas tendencias diferentes con respecto a los años anteriores. "Hay mucha gente que nos traslada avistamientos, y algunos son más inusuales que otros, llegando incluso a salir en la prensa. Un ejemplo son los arroaces que entraron en el río Lérez. Aun así, estos hechos puntuales pueden suceder en cualquier momento y en cualquier año", relata López, que señala que la gran cantidad de avistamientos responde, a que "la gente tuvo mucho tiempo para mirar lo que ocurría fuera desde las ventanas de su casa".

También se ha percibido un aumento fuera de lo común en el número de animales varados y, si bien los motivos son desconocidos, el biólogo cree que es un hecho ajeno al confinamiento, al igual que otras situaciones "extrañas" que se están produciendo últimamente, como la presencia de un lobo marino en la zona del Golfo Ártabro: "Son cosas muy raras en esta época del año, porque los varamientos suelen producirse en invierno. En el caso del lobo marino, quizás el factor principal es que estamos teniendo un tiempo muy irregular, y por eso algunas especies no han vuelto todavía a las aguas del norte, pero estas situaciones necesitan investigaciones muy largas, así que es pronto adelantar una causa".

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La vida submarina en A Coruña tras la cuarentena

El biólogo afirma que es normal suponer que "la ausencia del ser humano ha tranquilizado a los animales" aunque esta realidad no se haya reflejado en ninguna anomalía. "Los cetáceos se mueven de forma constante. Es cierto que, durante este tiempo, ha habido menos tráfico marítimo y no se les ha molestado tanto, pero también es verdad que estos animales no dudan en moverse de sitio si no están a gusto", afirma. Los profesionales del Cemma todavía no han podido salir al mar a continuar con sus investigaciones, por lo que López advierte que, hasta ahora, "solo podemos basarnos en suposiciones".

Quién sí ha podido realizar alguna que otra inmersión en el fondo marino es el buceador del Club del Mar de San Amaro Manuel Blanco, que confirma la suposición del biólogo. "Volvimos a bucear el día 15 de junio, y la sensación ha sido muy positiva. Se aprecia que los animales están más tranquilos, y que son más confiados", comenta el submarinista, que asegura que han visto "bastante vida entre la fauna marina de la Torre de Hércules, El Grelle y la playa de San Amaro": "Eso sí, todo dentro de la normalidad". Maragotas, pintos, lubinas, congrios y pulpos son, como siempre, las especies que más se han cruzado en su camino, aunque el buceador destaca que, tras el confinamiento, ha notado una mayor presencia de sargos. "Hemos visto lo que siempre ha habido en estas costas, la fauna autóctona de A Coruña. Por ahora, no hemos encontrado ninguna especie exótica", cuenta.

El submarinista del centro coruñés Buceo Galicia, Hugo Felpete, coincide con Blanco en la apreciación sobre los sargos, aunque también menciona a otras especies que han aumentado considerablemente su población tras la cuarentena: "Los llamados peces pasto, como las xardas o las jurelas, no se veían con tanta frecuencia como ahora". Sin embargo, lo que más ha llamado la atención al buceador es, sin duda, la gran mejoría del fondo marino con respecto a la presencia de residuos. "En ese sentido, se ha notado mucho la ausencia de la gente en las playas. En las primeras inmersiones después del confinamiento, pude ver que en las zonas de San Amaro y Mera había muchos menos plásticos, colillas y latas. Ahora, de nuevo, vuelve a haber más", concluye Felpete.