Cuatro hombres. Uno encima de otro. Y en la cima, la bola del mundo. Doce metros. Así es la escultura diseñada por Ramón Conde que rinde homenaje a los Hermanos de la Lejía. Cuatro de los ocho eran militantes socialistas y tres fueron ejecutados en el Campo da Rata en los primeros meses de la Guerra Civil. El que consiguió escapar, Pepín, el primogénito, emigró. Quizá muchos ya no recuerden esta historia, pero la hija menor de aquel superviviente, Selva García Pomes, quiere mantener vivo el espíritu de su familia y que A Coruña no la olvide. A sus 80 años, encargó la escultura a Conde y la acaba de donar a la ciudad. Estará hecha en nueve meses y solo queda buscarle un sitio para que los Hermanos de la Lejía, que se les llamaba así debido al producto de cuya fabricación vivía la familia, estén presentes.

El teléfono del escultor Ramón Conde, autor de obras como los Redeiros de Vigo o el Guardián de la Torre de Hércules, sonó hace tres años. Al otro lado se encontraba Selva García. "Me contactó ella y me habló del proyecto que tenía para homenajear a su familia. Me explicó sus sentimientos sobre el tema", recuerda. En aquella conversación, la hija de Pepín, nacida en el exilio, le habló de su padre y de sus tíos y de las "experiencias negras que tuvieron que vivir durante la guerra".

Selva García se enamoró de la obra del escultor gallego, al que propuso este encargo. "Me dijo que le gustaba la manera en que trabajo, mi obra artística. Ya conocía algún monumento y coincidía con la imagen que ella quería dar, ya que no buscaba una obra puramente alegórica. Le gustó esa vertiente figurativo-expresionista y el realismo", detalla Conde.

Compartieron charlas a distancia, pero tuvieron la oportunidad de conocerse en persona en uno de los viajes de la hija de Pepín a A Coruña. El primero fue en agosto de 2018, cuando contaba 78 años. "He venido a la ciudad a hacer un monumento importante aquí, en honor a mi padre y a mis tíos, o al soldado republicano español, que está tan olvidado. También quiero comprar una casa y convertirla en centro cultural. En vez de que mis padres me den un legado a mí, se lo doy yo a ellos", contaba entonces Selva García en un memorial en Guitiriz organizado por la Irmandade Manuel María, Riazor Blues y Xermolos.

Poco a poco, y con muchos sentimientos de por medio, Ramón Conde empezó a crear una escultura dedicada a Bebel, Jaurés, France y Pepín, pero que también sirve como "homenaje a las ideas por las que ellos lucharon".

El mundo, que aguanta uno de los hermanos sobre sus hombros, habla también de la "trascendencia que tuvo la familia en América", a donde escapó de una España en guerra. "Las revoluciones ideológicas terminan siendo mundiales, transmitiendo cosas de una manera que no puedes prever. Quería hacer un pequeño guiño hacia esa emigración que tuvieron que realizar", explica el escultor.

Esa historia no quedará en el olvido. Irá grabada en el pie de la escultura, de dos metros de alto. "Como una pequeña explicación", aporta Conde. La ubicación todavía es una incógnita, aunque lo más probable es que se instale por la zona de Os Rosales. La Junta de Gobierno Local ya ha aprobado la donación de la obra, que planea colocar en alguna de las rotondas disponibles que hay en la ciudad, como la que se encuentra en San Roque de Fóra, entre la avenida Gerardo Porto y la Travesía de Os Rosales, una vez pasado el Millennium. "Lo lógico es que cuando se dona una obra de este tipo, se busque su ubicación según la disponibilidad del Concello. Lo único que quiere Selva es que figure dentro de la ciudad", desvela el escultor, que reconoce que "no conocía a esta familia ni su semblanza", pero ha conseguido entender el sentimiento a través de las historias de la hija de Pepín.