El Pleno aprobó en la sesión celebrada esta semana por unanimidad una moción para dotar de contenido a los arcados que hay en Riazor, en las inmediaciones del Playa Club, y que, si bien son de titularidad municipal, su gestión depende del Dépor. La moción, presentada por la concejal del Grupo Mixto, Mónica Martínez, no recibió votos en contra e incluye la negociación con el club para que estos espacios puedan ser aprovechados, por ejemplo, por las entidades que se dedican a la práctica de deportes náuticos.

Pero ¿cómo acabó este espacio en el Dépor? La historia empieza en 1947, cuando el Concello da por finalizadas unas obras en esta parte de la playa de Riazor en la que están los arcos. Para explotarlos y también para la gestión y el mantenimiento del arenal, saca a concurso estos servicios. En julio de 1948, es Manuel Forján Freire quien se hace con esta concesión por veinte años. Durante este periodo, el titular se muere y su viuda e hijos traspasan la concesión en 1959 a Nonito Pereira, padre del periodista y promotor musical recientemente fallecido. Al año siguiente, propone al Concello realizar mejoras en las instalaciones y, para amortizarlas, que la concesión se extienda veinte años más, así como que pagará un canon fijo todos los años, a diferencia del anterior, que se calculaba tomando como base los beneficios.

Entonces, el Concello rescata la concesión, la vuelve a sacar a concurso y, aunque hay tres propuestas, solo prospera la de Pereira. En 1967, la jugada se repite. El concesionario solicita realizar obras de mejora, el Concello rescata la concesión, la vuelve a sacar y la vuelve a ganar Pereira, esta vez, por cuarenta años. Las condiciones de esta adjudicación son las que están vigentes, salvo unos cambios introducidos en 1993, de modo que la concesión se acaba en 2042.

En 1986, este contrato se traspasa a la sociedad Nonito Pereira e hijos. En 1992, el Concello declara de interés municipal y público las obras de remodelación del Playa Club para que se adapte al proyecto del paseo marítimo. La nueva sociedad presenta un plan de obras y solicita la ampliación de la concesión. Finalmente, el Concello suma 35 años más al contrato, que expiraba en 2007 (hasta 2042) y fija un canon de 754.576 pesetas (que se revisará según el IPC anualmente), le exime del deber de tener la playa en buenas condiciones pero le obliga al mantenimiento del andén de Riazor, del paseo superior y a la instalación de duchas en la playa. Se amplía también el ámbito de la concesión desde la coraza a la rotonda. De las obras de mejora a realizar, una parte se queda sin hacer, la de la escalinata y la del final de As Esclavas. En 1997, la concesionaria vende todas sus acciones a la compañía mercantil Cuíña, aunque el Concello no es informado de este proceso. En 1998, Protección Civil denuncia el mal estado de los arcados y solicita a la concesionaria, que mantiene el nombre, pero no los dueños, que haga obras de mejora y le impone una multa de 50.000 pesetas.

En 2001, el Concello autoriza a la adjudicataria a hacer obras para abrir un restaurante en el Playa y también para dividir el espacio de los arcos en ocho locales dotados de servicios higiénicos y otros cuatros locales más. Ese año, Cuíña vende todas sus acciones a Deporhostelería Playa Club. Las obras no se acaban, así que, en 2005, el Concello repone el paseo del andén de Riazor subsidiariamente.

En 2008, se incoa un informe para declarar caducada la concesión, por incumplimiento, pero no prospera. En 2013, el nuevo plan general recoge los arcados de Riazor como elemento de valor patrimonial. A finales de año, el Concello autoriza a Deporhostelería Playa Club el arriendo a Andén de Riazor SL de la cafetería y el restaurante del Playa. Al año siguiente, da el visto bueno también a que alquile otros locales de la concesión a Producciones Audiovisuales 15004 y a Ola Green Disco. El Gobierno local, preguntado por este diario, desconocía ayer si la concesionaria está al día de los pagos del canon, aunque asegura que está estudiando el caso.