La Torre de Hércules no solo guía a los barcos. También señala el camino para los visitantes, muchos de distintos puntos de España o del mundo, que volvieron ayer a recorrer sus escaleras para avistar el mar desde la anciana terraza del faro. En el primer día de reapertura tras la pandemia, el monumento llenó todas las franjas horarias establecidas para los recorridos, que se redujeron a grupos de 15 personas como medida preventiva. Solo la afluencia, menor que la de un día de julio normal, revelaba que la estructura había tenido que cerrar sus puertas, y abrirlas de nuevo engalanada de mascarillas, mamparas y dispensadores de gel.

El regreso a la actividad fue, según indicaba ayer una trabajadora del Centro de Interpretación, Érica Ferreiro, "tranquilo", aunque con "bastante gente que se acerca a pedir información del faro o la ciudad". Cerca de las doce del mediodía la entidad ya había despachado alrededor de 60 entradas para recorrer la Torre, en cuyo entorno los turistas inmortalizaban el momento posando en mangas de camisa. El día soleado acompañó al monumento, al que se acercó con su cámara el valenciano Sergio Lara acompañado de su hija y su mujer. Como varios de los visitantes, la familia se encontraba de ruta por Galicia, y se había desplazado desde Santiago para disfrutar de una jornada en el faro y la Ciudad Vieja.

Lara se mostraba tranquilo mientras cambiaba los objetivos de su máquina fotográfica. "Yo iba a quedarme en casa hace un mes, pero decidí salir y contribuir a reactivar esto un poco. En la Torre te cuentan cómo hacer en tema de seguridad, y está todo perfecto", asegura. Su visita, como la del resto, duró 45 minutos, tras la que entró el grupo de limpieza para desinfectar. La presencia de este equipo se ha duplicado para la reapertura, que contó con tres días de higienización para retirar el polvo acumulado en el espacio.

Su directora, Ana Santorum, empezó incluso antes con los preparativos -hace un mes- y se acercó ayer al monumento para seguir el reinicio de sus idas y venidas. Asegura que por ahora "el protocolo está funcionando" y que "estos días venía mucha gente a preguntar". Los curiosos ya no reciben planos y folletos, sino un código QR que escanear con sus móviles para evitar contagios, y son recibidos en el faro por un cartel con indicaciones sanitarias. Usar mascarilla y evitar tocar cualquier superficie son algunas de las recomendaciones rotuladas junto a la puerta, en la que hay una alfombra para la desinfección de los zapatos.

En el interior, un guía imparte instrucciones antes de iniciar la visita. "Está en la parte de abajo, arriba vamos nosotros solos. Sería bueno que fueran guiadas siendo 15 personas", comentaba José María Sánchez. El catalán, recién salido del edificio, volvía a él tras 15 años, cuando lo visitó junto a su mujer Mar Portero. La pareja apuntaba que esta vez subir fue "más agobiante" por las mascarillas, pero que la nueva normalidad también traía algún regalo. "¡Ahora ya no hace falta matarse por un selfi!", exclamaron entre carcajadas.