La reciente presentación del proyecto municipal para la remodelación de los Cantones pone de actualidad el fenómeno de la destrucción del patrimonio arquitectónico local, ya que el estudio elaborado por los arquitectos Xosé Manuel Vázquez Mosquera y Carmen Calatayud incluye un repaso a la historia de este espacio urbano en el que sobresale un dato. En el mismo año, 1967, se derribaron en esta parte de la ciudad tres de sus edificios más distinguidos: los hoteles Palace, Atlántico y España.

Los tres suponían una referencia para los coruñeses en el lugar en el que se encontraban, pero nada impidió que fueran víctimas de la piqueta para dejar paso a otros inmuebles en los que la estética no fue la premisa sobre la que fueron levantados. Pero un recorrido por aquel periodo histórico permite descubrir que aquel hecho no fue aislado, sino que formó parte de un proceso durante el que cayeron algunas de las muestras más representativas de la arquitectura coruñesa.

Dos años antes de que sucumbieran los tres hoteles de los Cantones, lo había hecho el castillo de San Diego, que acabó engullido por el muelle que llevó su mismo nombre. En 1968 lo hizo el pórtico de columnas del estadio de Riazor y un año después la oficina principal de la Caja de Ahorros en el cruce de Rúa Nueva y San Andrés y la casa de la familia Tobía en Puerta Real. Pero no solo fue el patrimonio arquitectónico el afectado, sino también el natural, ya que en 1968 desapareció el tramo que se conservaba de la playa de O Parrote y en 1969 buena parte de la del Lazareto.

"No es una casualidad, era el signo de los tiempos", afirma sobre la acumulación de esos derribos y desapariciones Fernando Agrasar, profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de A Coruña y editor del libro A Coruña. Arquitectura desaparecida. Según explica, "en los años sesenta se dio en toda España la paradoja de un nivel buenísimo de arquitectura con el desarrollismo más feroz y más destructivo".

Los efectos de una guerra civil y una dura y prolongada posguerra generaron en el país una acuciante necesidad de viviendas en un momento en el que, según Agrasar, "no había respeto por el patrimonio". En su opinión, "hubo un acuerdo perfecto" de las autoridades municipales y estatales franquistas con los intereses económicos de los constructores, lo que derivó en una destrucción de patrimonio "absolutamente brutal".

¿Cómo pudo suceder esto? Agrasar alude a la mentalidad de la época. "Esto es como el machismo, si ves una película de los sesenta de José Luis López Vázquez hay actitudes y bromas que te quedas helado, cuando ahora es inimaginable porque hemos experimentado un proceso de educación no solo en cuanto a las leyes sino también sobre la sensibilidad".

Así, señala que "hay cosas que hoy nos parece inconcebible que se tiraran abajo y entonces se hacía con una alegría tremenda" y, aunque este fenómeno no solo se producía en España, considera que aquí se realizaba "de una manera brutal porque había un deseo de modernidad y renovación". Advierte, sin embargo, que muchos de esos edificios estaban muy mal mantenidos, pero que también "había unos intereses económicos muy fuertes para eliminarlos"

"Ahora la gente puede ser sensible ante un edificio antiguo porque hay otra sensibilidad, pero antes un edificio del siglo XIX no se valoraba nada, si hubieran arrasado los edificios modernistas de la plaza de Lugo para hacer unos bloques estaría todo el mundo encantado", comenta Agrasar sobre el cambio social experimentado. Pero la desaparición de aquellos inmuebles es ya un proceso sin marcha atrás y en el que A Coruña ha sufrido daños en su imagen tradicional.

"La ciudad se ha empobrecido mucho con ese tipo de destrozos, ha perdido identidad, personalidad y potencialidad", reflexiona el profesor de Arquitectura, para quien "mantener patrimonio es un factor importantísimo para atraer turismo y generar identidad urbana".

A continuación se refieren algunos de los elementos del patrimonio coruñés desaparecidos a mediados de los años sesenta y sus principales características.

Castillo de San Diego. Se encontraba donde hoy se halla el muelle del mismo nombre y al borde de la actual carretera del puerto. Formó parte de las defensas de la ciudad y se situaba frente al castillo de San Antón, lo que permitía tender entre ambos una cadena que cerraba la bahía a los barcos enemigos. En los años sesenta estaba en ruinas, lo que favoreció su demolición.

Hotel Atlántico. Fue inaugurado en 1923 con el nombre de Atlantic Hotel y el madrileño Luciano Delage fue el autor de su diseño, que conjuntaba con los vecinos edificios Kiosko Alfonso y La Terraza. Su decoración y categoría lo convirtieron en un establecimiento de primera categoría en la ciudad pero, a pesar de su belleza, fue demolido en 1967 para ser relevado por el actual inmueble, que continúa albergando un hotel.

Hotel Palace. El edificio fue también conocido como Casa Caruncho y, al servir de fondo al Obelisco, fue uno de los más fotografiados en la historia de A Coruña. Fue diseñado en 1872 por Faustino Domínguez y ampliado en 1924 por Pedro Mariño. Su planta baja estuvo ocupada por el Café Oriental, uno de los más renombrados en su época. La fiebre desarrollista acabó con él en 1967 y en su lugar se levantó el actual edificio, que en sus comienzos albergó la oficina principal del Banco Central.

Hotel España. Nació en 1897 como Gran Hotel de Francia y debió cambiar su nombre tras la Guerra Civil. El proyecto inicial de Faustino Domínguez Coumes-Gay fue ampliado en 1903 por Juan de Ciórraga. Su ubicación privilegiada en la esquina del Cantón Pequeño con Juana de Vega hizo de él un referente. En 1967 fue derribado y en el solar se levantó el edificio que acogió la oficina del Banco Exterior de España.

Playa de O Parrote. Era el arenal de los vecinos de la Ciudad Vieja, del que disfrutaban gracias a su orientación hacia el sur, que le proporcionaba protección del viento y un amplio horario de sol. La construcción del hotel Finisterre y de La Solana en los años cuarenta inició la ocupación de su superficie, que continuó en 1968 con la ampliación del complejo deportivo hasta su total desaparición.

Pórtico del estadio de Riazor. Santiago Rey Pedreira fue el arquitecto que diseñó el recinto y, en lugar de construir un graderío en el frente que mira hacia Riazor, decidió instalar un pórtico con columnas para seguir el modelo del estadio de Lyon, en el que también había una torre en el extremo opuesto. La construcción del Palacio de los Deportes fue la justificación aportada en 1968 para el derribo de este elemento, cuya conservación habría hecho hoy de Riazor un recinto singular.

Casa de los Tobía. Era un caserón del siglo XVII levantado en lo que hoy es la confluencia de las calles Santiago y María Barbeito, la zona conocida como Puerta Real. Su nombre procede de la familia riojana que fue su propietaria inicial y acabó perteneciendo a la primera mujer de Juan Fernández Latorre, quien abrió allí la primera sede de La Voz de Galicia. Tras la mudanza del periódico, en 1969 el inmueble fue derribado para dejar paso a uno de viviendas que también contó con la recién desaparecida residencia de las Inmaculadas.

Caja de Ahorros. Eduardo Rodríguez Losada fue el arquitecto del edificio levantado en 1934 entre Rúa Nueva y San Andrés, en el que el reloj que coronaba la torre central fue un elemento de la vida cotidiana coruñesa al marcar las horas con tonos musicales. En 1969 fue demolido para permitir la construcción de un inmueble moderno.