Le pueden cambiar el nombre las veces que quieran pero las pruebas de acceso a la Universidad siempre son sinónimo de nervios, de miedo, de ganas de acabar y, si hay suerte, de final de etapa. La de este año tenía, además, otro componente, el del reencuentro, con los compañeros y profesores y, también, con las aulas y los exámenes. Fue una vuelta a la normalidad en tiempos en los que nada es como los estudiantes habían pensado ni como les habían explicado en septiembre cuando veían por delante un curso duro, sí, pero con la misma dinámica que los anteriores y en el que cada examen es decisivo, porque todo cuenta para la nota final.

Nadie, ni siquiera los amantes de la teoría de la conspiración, los libros de Ken Follett o la ciencia ficción, pensaba que en marzo estarían todos en casa, en un confinamiento obligatorio, compartiendo ordenador y mesa con sus familias y con sus profesores metidos hasta en su cocina.

No hubo ayer comida ni refrescos en las cafeterías de las facultades, ya que, para evitar aglomeraciones, no se les permitió abrir. Así que, los descansos, entre el examen de Historia de España y el de Lengua Española y Literatura; entre este y el de Matemáticas o Fundamentos de Arte y estos y el de Economía o el de Diseño, los pasaron los estudiantes entre apuntes, la fiambrera y, por suerte, el sol y la buena temperatura, que acompañó a los estudiantes en este trago complicado.

Así que, los campos, las sillas y las mesas de las facultades de la Universidade da Coruña recibieron a los que, si todo sale bien, serán algunos de los alumnos cuando empiece el curso.

A pesar de la novedad de las medidas sanitarias, de la mascarilla y de la distancia de seguridad obligatoria, no se produjeron ayer momentos de tensión ni incidencias a la hora de entrar o salir de las aulas. Se habilitaron varios itinerarios para que el acceso a las clases fuese ordenada y a los alumnos y alumnas se les permitió hacer el examen sin la mascarilla, ya que, entre ellos se cumplía el metro y medio de distancia obligatoria y, los profesores encargados de vigilar y entregar los folios, llevaban no solo mascarilla sino también guantes y había gel hidroalcohólico disponible en las estancias para desinfectar las manos y prevenir contagios.

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Así que, muchos no podrán echarle la culpa a la mascarilla o a las medidas de seguridad si las notas que reciben no son las deseadas. En esos exámenes, los jóvenes estudiantes depositan sus esperanzas de poder matricularse en una carrera que les guste. Los hay que se presentan sin ningún tipo de presión porque saben que no es la Universidad su sueño, sino opositar a Policía, como Lucía, o hacer un ciclo, pero, de todos modos, son varios exámenes y, llegados a este punto, nadie quiere fallar y tener que esperar a la próxima convocatoria para pasar este trámite de aprobar la Selectividad. Quién sabe si, en el futuro, la necesitarán.

A diferencia de otros años, no había tantos profesores animando a los estudiantes o pululando por las facultades de Económicas y Derecho esperando a que saliesen sus chicos para preguntarles cómo había ido todo, pero sí ayudando a que el acceso fuese ordenado y para que viesen una cara conocida entre tanto nuevo protocolo.

Por la mañana, en Historia, les esperaba Fernando VII, así que, para muchos de los alumnos consultados, la prueba era mucho más fácil de lo que esperaban. Había otras opciones, como la de la política económica del franquismo, pero la mayoría de los estudiantes se decantaron por Fernando VII, que les parecía más fácil. No fue así la prueba de Lengua Española y Literatura, en la que les aguardaban un fragmento de El lector de Julio Verne, de Almudena Grandes, que se incluyó recientemente en la programación de Bachillerato, y Gabriel García Márquez, con Crónicas de una muerte anunciada. Por la tarde, en los folios se escondían matrices, funciones y cálculos estadísticos en Matemáticas Aplicadas, y Caspar D. Friedrich y Henri Matisse o Claude Monet y Georges Braque en Fundamentos del Arte. El marketing mix, las sociedades limitadas y Knight y Schumpeter asomaron en Economía, mientras que en Diseño se propuso a los artistas José A. Pérez Gil, Markus Johansson, Hannes Van Severen y la campaña #ElijoQuerer de Diego Mir y Luis Demano.

Durante la jornada de hoy, los estudiantes se tendrán que enfrentar a los exámenes de Lingua Galega e Literatura, y Primera Lengua Extranjera para casi todos, inglés). Tras el descanso, habrá Matemáticas para unos y Latín para otros y, tras la pausa para comer, encontrarán sobre sus mesas los exámenes de Dibujo Técnico, Artes Escénicas o Segunda Lengua Extranjera. Ya para cerrar la jornada tendrán Química o Griego.

Los exámenes se acabarán mañana, con las pruebas de Biología o Historia del Arte, a primera hora; con Física, Geografía o Cultura Audiovisual, antes del descanso y Geología o Historia de la Filosofía para despedir tres días atípicos, de muchos nervios, pero también de risas y de reencuentro con los compañeros.

Tras el segundo descanso de la jornada de ayer y ya con los exámenes de Historia y Lengua Española y Literatura entregados, muchos de los estudiantes, independientemente de si pertenecen a centros públicos o privados, si son de la ciudad o han tenido que ir a llevarlos por la mañana sus padres porque viven en Carballo o en Cambre, estaban de acuerdo en que, con todo, la Selectividad "podría ser peor".

Lo dicen porque lo saben bien, porque se pasaron más de tres meses en casa, intentando ponerse al día en los estudios mientras la curva de contagios de coronavirus se aplanaba y el día de volver a clase no llegaba ni llegó.

Según el delegado del rector de la Universidade da Coruña, Pedro Armas, "el protocolo funcionó", ya que las entradas de los alumnos en las diferentes sedes se desarrolló "de manera ordenada y secuencial". "Los accesos a los centros educativos donde celebramos las pruebas estaban como nunca. Ha habido tal orden, silencio, separación...", comentó Armas, una vez iniciadas las pruebas. Considera que este año hubo una "tranquilidad atípica" frente al habitual "bullicio" de los primeros minutos de estos exámenes decisivos.