Hace días leí en este periódico Las víctimas de los años de la piqueta, donde observo con asombro dos afirmaciones. La primera dice: "No es casualidad, era el signo de los tiempos"; la segunda: "En los años sesenta se dio en toda España la paradoja de un nivel buenísimo de arquitectura con el desarrollo más feroz y más destructivo", donde se achacan los efectos de una guerra civil y una dura y prolongada posguerra. Ambas declaraciones las realiza Fernando Agrasar, profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura y editor del libro A Coruña. Arquitectura desaparecida.

En opinión de Agrasar, "hubo un acuerdo perfecto de las autoridades municipales y estatales franquistas con los intereses económicos de las constructoras, lo que derivó en una destrucción del patrimonio absolutamente brutal".

El diccionario de la Real Academia Española, en su segunda acepción de la voz "cultura" dice: "Conjunto de conocimientos que permiten a alguien desarrollar su juicio crítico". En base a esto, voy a opinar.

1. Así como en España hubo franquismo, en Portugal hubo salazarismo y en Italia mussolinismo.

2. Así como en España hubo guerra civil, en Italia y en toda Europa (Portugal se libró) hubo una guerra mundial posterior a la nuestra.

Como en tantos otros lugares en Galicia, en Sanxenxo se destrozó el frente marítimo delicioso que tuve la oportunidad de conocer con sus casitas de pescadores abalconadas a la playa del Silgar. Se sustituyeron primero por chalés de mayor o menor gusto y después con estos se especuló con pisos en altura, seis y el dichoso bajo cubierta.

Sin embargo, en Costa Nova, al lado de Aveiro, se mantiene el frente marítimo de casas, algunas pequeñísimas, antiguos palheiros de pescadores, con colores a rayas y premiadas además con un centro cultura y social maravilloso de arquitectura de vanguardia. La avidez de pisos no llevó tampoco a la ciudad de Oporto a destrozar lo que se me antoja como uno de los paisajes urbanos más bellos que he visto; con casas, en su día, muy deterioradas, que resistieron a la piqueta y gracias a ellos hoy al asomarse a la plaza mirador de la catedral, es posible ver el Douro con Cais da Ribeira renovada y colorida, Gaia con su vida y sabor de siempre, un tranvía ligero que funciona sobre el puente Don Luis I. Todo un ejemplo.

Tampoco impidió a Oporto tener una Casa da Música de reconocimiento mundial, obra de Rem Koolhaas.

Su historia reciente permitió a Viana do Castelo tener un frente marítimo ejemplar en el mundo entero, con obras magníficas con dos Premios Pritzker, Siza Vieira y Souto de Moura, escoltando la obra de su maestro Fernando Távora.

No, profesor Agrasar, sus razones para los desmanes habidos no me convencen. Creo que son otras, y desde la Escuela de Arquitectura esperaba una respuesta estudiada que impidiese repeticiones que, me temo, habrá.

Para terminar de dar mi opinión no puedo dejar de reconocer actuaciones admirables en Galicia. Recorrer en Santiago el Sarela en un parque magnifico, con arquitectura sobresaliente. Visitar Allariz. Pasearse por Oleiros. Estos tres ejemplos, a pesar de la herencia denunciada, demuestran una vez más que es otra la causa del desastre patrimonial y paisajístico sufrido, y que al salir de Galicia se suaviza.

No repaso ejemplos de Italia por ser muy conocidos y tenerlos la mayoría presentes como ejemplos de preservación de entornos urbanos que tanto disfruté en mi juventud.

Rafael Astor Casalderrey es ingeniero de caminos, canales y puertos, fue ingeniero municipal de Oleiros y directivo del Colegio de Ingenieros de Caminos