Reelegido decano de la facultad de Ciencias de la Educación hace unos días, Manuel Peralbo Uzquiano se prepara para un nuevo curso incierto, en el que las clases virtuales seguirán presentes y se apostará "por la evaluación continua". Reconoce que son "tiempos difíciles", pero tiene fe en que la Universidad recuperará una presencialidad "muy necesaria". "Un sistema sano debe volver a la normalidad una vez superada una crisis", resume.

¿Qué supone seguir al frente del decanato?

Para mí y para el equipo que viene acompañándome durante estos años supone todo un reto. Por un lado, continuar con proyectos que están en curso y que nos gustaría poder terminar. Y también supone un reto porque afrontamos una época complicada en un centro muy grande. La facultad de Ciencias de la Educación cuenta con cuatro titulaciones de Grado, seis másteres y con un número de estudiantes que probablemente sea el más alto de la Universidad. Hay una mezcla de responsabilidad y de ilusión por poder superar esta nueva etapa, contribuir a que se supere de manera adecuada para estudiantes, profesorado y personal de administración y servicios de la UDC, que están sometidos a una situación de estrés e incertidumbre considerable. Al mismo tiempo, tenemos ilusión por sacar adelante proyectos nuevos que nos parecen muy necesarios para el centro, para la Universidad y para nuestro entorno.

Se habla mucho de cómo ha sido la experiencia de los alumnos durante el confinamiento, pero ¿cómo lo ha afrontado el profesorado?

Ha sido complicado. Somos una Universidad presencial y hemos tenido que pasar prácticamente en un fin de semana de un modelo presencial a un modelo virtual. El profesorado ha puesto todo su empeño en que la docencia pudiera continuar y que el curso pudiera terminar en las mejores condiciones posibles, con la consigna de que nadie quedara atrás. Hemos utilizado los recursos que la Universidad ha puesto a nuestra disposición, todo lo relacionado con el teletrabajo, para las clases y las tutorías, de una manera admirable. Se ha desarrollado un programa de formación para profesorado desde los servicios informáticos y el Rectorado que todos los docentes han sabido aprovechar muy bien. Seguro que hay excepciones de profesores que no han sabido responder a los retos que implicaba esta situación, pero muy mayoritariamente creo que todos han sabido dar la talla. También la Universidad la ha dado en una situación completamente inesperada, nueva, imprevisible y que nos expone a un futuro ciertamente difícil de prever.

Queda una puerta abierta a que la situación se vuelva a repetir, ¿cómo se prepara la facultad de Ciencias de la Educación?

Sí. En cualquier momento podemos volver a una situación de confinamiento, sea parcial o total. La Universidad y la facultad tienen que estar preparadas para cualquier contingencia. En este mes tiene que estar listo el Plan de seguridad e higiene de la facultad, que ya está iniciado. Tiene que estar el Plan de contingencia previsto, para el supuesto de un confinamiento imprevisto. Además, las guías docentes del próximo curso tienen que contemplar en todas las materias esta posible situación de confinamiento, de imposibilidad de recurrir a la docencia presencial. Todos planificamos el nuevo curso con estas claves, aunque procurando que la presencialidad se mantenga donde sea posible y siempre que lo permitan la Administración y las autoridades sanitarias. Habrá materias que por el número de estudiantes que tienen podrán ser presenciales, pero hay otras que tendrán que adoptar un modelo híbrido, combinando presencialidad en las clases prácticas y virtualidad, por decirlo de alguna manera, en clases teóricas. Incluso iremos a un modelo completamente virtual en algún caso, como el del máster interuniversitario. Estamos estudiando hacer lo mismo en otros casos, como en el máster de Secundaria, que tiene un elevado número de estudiantes.

¿Se puede sacar algo positivo de este periodo de teleformación?

Yo creo que sí. Hemos aprendido muchísimo en muy poco tiempo. Además, lo hemos aprendido en la práctica y en una situación de necesidad, en la que realmente el interés, la motivación y el esfuerzo es máximo. Herramientas que estaba previsto generalizar para el próximo curso se han implantado de una manera cotidiana en pocas semanas. Dar ahora mismo una clase online es completamente cotidiano. Hemos aprendido muy rápido a usar estos recursos y a aprovecharlos incluso en épocas en las que podamos realizar clases presenciales. Las videoconferencias nos servirán para tutorías, reuniones, comisiones y todo tipo de actividades académicas y docentes. Dentro de lo terrible de la situación que vivimos podemos destacar algunos elementos positivos. También la mejora de nuestras instalaciones, nuestras dependencias, las infraestructuras tecnológicas? Estamos intentando que la Universidad dé la talla ante una situación que nos ha superado en un primer momento.

Otro reto que ha tenido que afrontar la Universidad es la evaluación online

Por un lado, quedó muy claro desde un primer momento que la Universidad tenía que apostar por la evaluación continua, reduciendo en la medida de lo posible el recurso a los exámenes y, en el supuesto de usar ese recurso, tomar las mayores medidas de seguridad y fiabilidad que la tecnología nos permite a día de hoy. La evaluación continua ha funcionado muy bien, y para los exámenes virtuales se ha puesto en manos del profesorado muchísima información y muchos recursos para poder garantizar la fiabilidad y validez de las pruebas. De todos modos, es un tema que no está resuelto en ninguna universidad. Hemos hecho todo lo que el conocimiento y las herramientas que tenemos nos han permitido hacer. Debo decir que en la facultad de Ciencias de la Educación no ha habido ninguna queja relacionada con la realización de los exámenes virtuales. El problema de la validez de estas pruebas no es un problema solo de la UDC, lo tienen también las universidades a distancia y las online. Para este curso que viene se recomienda, de nuevo, la evaluación continua.

La pandemia también ha mostrado la desigualdad digital entre el alumnado, ¿cuál es su análisis?

La brecha digital nos ha afectado, sin duda. Muchas de las medidas que se han tomado en la Universidad están fundadas en la existencia de esta brecha. Pero, por otro lado, hay que decir que la Universidad ha intentado desde el primer momento que todos los estudiantes que lo pudieran necesitar tuvieran ayudas para resolver problemas de conectividad y de dotación de equipos. En cuanto fue posible, los centros abrieron sus puertas para que, previa cita y con medidas de seguridad, los alumnos pudieran usar las instalaciones de las universidades gallegas para realizar los exámenes en las aulas informáticas. Esto no quita que haya habido problemas puntuales, pero hemos hecho todo lo posible para que esto no ocurriera.

¿Cuáles son los retos futuros de la educación universitaria?

Nosotros intentaremos, en la medida de lo posible, tener siempre listo y preparado un plan de contingencia. Pero nuestro reto es intentar volver a la normalidad de una universidad que necesita de la presencialidad para cumplir con sus objetivos. No queremos transformarnos en una universidad a distancia porque no lo somos ni pretendemos competir con ellas, ni somos una universidad online, pero sí podemos utilizar estos recursos en la enseñanza presencial. Nuestro reto es mantener activo el conocimiento y los recursos que tenemos, mejorarlos en la medida de lo posible, pero también volver a la normalidad que es lo que un sistema sano debe hacer una vez superada una crisis. La Universidad necesita del contacto entre profesores y estudiantes, que exista vida universitaria en los centros y campus para que se cumplan los objetivos educativos que persigue un centro de educación superior.