Nací en el lugar de Foxo, en la parroquia de Loureda del municipio de Arteixo, donde vivían mis padres, José y Nieves, y mi hermano José Luis. Mi primer colegio fue el de la señorita Julita, en Arteixo, donde estudié hasta que me enviaron al entonces recién inaugurado instituto del Agra do Orzán, donde terminé el bachiller superior. Durante esos años viví entre A Coruña y Arteixo, ya que comía en casa de mi tía Pura, que vivía al lado del instituto, y muchas veces dormía allí.

Hacía el viaje entre mi casa y la ciudad en los autocares de la desaparecida empresa Benito, en los que viajaban numerosas personas que iban a trabajar, así como a vender los productos de sus cosechas en los mercados.

Con mi pandilla de Arteixo los fines de semana recorría todas las fiestas de la comarca y acudía a la sala Eva, mientras que en la ciudad iba al Chaston, Cassely y Sally, además de a Chevalier y El Seijal en las afueras. Para poder disfrutar de las fiestas, en las vacaciones trabajaba en el aserredero que mis padres tenían en Loureda, donde permanecí cuando terminé de estudiar, hasta que me ofrecieron entrar en el concesionario Marineda Motor en la avenida de Alfonso Molina.

Estuve allí varios años y luego pasé al de BMW de la firma Louzao en Perillo, del que más tarde fui al de Mercedes en Alfonso Molina, también de la misma empresa, en la que sigo en la actualidad, aunque en Perillo.

Durante mis años de trabajo hice amistad con jugadores del Deportivo, que acudían a los concesionarios en los que yo estaba a comprar sus coches, lo que me permitió conocer a Mauro Silva, Bebeto, Fran y José Ramón, entre otros muchos.

A los catorce años empecé a jugar al fútbol, primero en el Penouqueira y luego en el Campanal, ambos del municipio de Arteixo, en los que estuve ocho años. Con el primero de ellos fui además campeón de juveniles en 1970. Fue una época muy bonita, ya que cuando bajábamos a la ciudad en pandilla nos encontrábamos por los bares del centro a jugadores de otros equipos y charlábamos con ellos sobre fútbol y las muchas carencias que tenían los campos de entonces.

Pero mi gran afición fueron siempre los coches de carreras y todo lo que tuviera que ver con el automovilismo, pese a que aquí todavía no había casi ni aficionados, ya que solo se habían organizado por la Escudería Centollo unas pequeñas carreras en Riazor que siempre abría el doctor Larrea con su bólido Pegaso.

Mi afición comenzó realmente cuando entré en la Escudería Coruña, donde coincidí con Pepe Touriñán, quien fue compañero mío en el instituto, y conocí a los hermanos Juan y Francisco Fernández Ferreiro, así como a Ángel Longueira, cuyo hermano Luis filmaba los primeros rallies que se organizaban en la ciudad para enviar las grabaciones a Venezuela, ya que era corresponsal de la televisión de ese país. Entre esas carreras estaban las que organizábamos nosotros en las pistas del polígono de O Ventorrillo y Agrela cuando aún no se habían empezado a construir los edificios y las fábricas.

Fueron unos años muy importantes para nuestra escudería, ya que acudía mucho público a ver aquellas competiciones a pesar de los pocos medios con los que contábamos. En ese tiempo conocimos además a personajes que luego serían grandes pilotos, como Carlos Sainz y Luis Moya, con quienes tengo una gran amistad desde que comencé en el mundo de los rallies.

En la actualidad continúo en la Escudería Coruña colaborando tanto con mis antiguos compañeros como con los nuevos miembros y tomando parte en pruebas del Campeonato de España, en el Rally Terras da Auga, el Eco Rally de Coches Eléctricos y el Rally de Coches Históricos Rías Altas. También colaboro con mis amigos de la escudería en diferentes pruebas que se organizan a nivel nacional.

Me casé con María Martínez, natural de Celas de Peiro, a quien conocí en la sala de baile Lamelas de su pueblo y con la que tengo dos hijos, Ernesto y Diego, quienes nos dieron dos nietas, Carlota y Noa. Mi mujer sigue regentando en la actualidad la tienda de ropa más antigua de Arteixo, llamada Brooklyn.

Hoy en día sigo reuniéndome con mis amigos de siempre para recordar en comidas y cenas los viejos tiempos, tanto en Arteixo como en A Coruña.

Testimonio recogido por Luis Longueira