El local de ocio infantil Kórkora Park ha visto crecer durante 18 años a niños coruñeses en su parque de juegos. Apunto de cumplir la mayoría de edad, su supervivencia a largo plazo se ve gravemente comprometida. Para los parques de bolas, no hay desescalada que valga: que les pregunten si no a los encargados de garantizar medidas de distanciamiento, higiene y salubridad suficientes entre niños de tres o cuatro años.

Ni estructuras de juegos, ni pelotas, ni juguetes, ni camas elásticas parecen representar una opción segura en tiempos de Covid, una circunstancia que mantiene al sector del ocio infantil en un estado permanente de incertidumbre. "Barajo no volver a levantar la persiana", asegura Marián Fernández, propietaria de Kórkora Park. Su local, así como la cafetería equipada con patio por horas que regenta, permanecen cerradas desde el 13 de marzo sin más opciones.

Las estrictas normas impuestas por la Xunta con respecto a las condiciones de apertura le obligarían a llevar a cabo, de abrir, una inversión inasumible. "Tal y como tengo el local, tendría que quitar un montón de cosas, juguetes y actividades. Además, tendría que contratar más personal para vigilar que se cumplen las normas. Y eso, cobrando lo mismo a los padres por menos servicios", resume.

La de las hermanas Lucía y Ana Muíños es una situación parecida. Cocoloco, el local de ocio infantil del que se encargan, no había conocido el cierre en sus 24 años de historia. Hasta ahora. Aunque en la actualidad disponen de dos locales, la tipología y los elementos de las salas hacen inviable su adaptación a las normas. "En uno de los locales tenemos dos estructuras de juego, nos mandan quitar prácticamente todo. Tendrías que tener un monitor por niño y más gastos de limpieza y de personal", enumera Ana Muíños.

Denuncian que la Administración se haya olvidado del sector, mientras que, para otros lugares de características o usos similares, como guarderías o ludotecas, se han impuesto normativas más benevolentes, así como ayudas específicas que los empresarios de ocio infantil también reclaman. "Se olvidaron completamente de nosotros. Hasta julio no se pusieron unas medidas para que pudiésemos abrir. Deberíamos poder funcionar como las guarderías, que trabajan con niños de nuestro rango de edad, tienen ayudas y pueden permanecer cerradas hasta septiembre", propone.

Aprecian que, mientras los locales de juegos se ven obligados a permanecer inactivos ante las estrictas normas de funcionamiento, en los campamentos municipales que se encuentran ahora mismo en desarrollo la regulación parece ser más laxa. Alegan que el personal con el que han contado carece de la experiencia necesaria para manejar la situación actual, que requiere, a su modo de ver, de cierto bagaje. "Vemos que, ahora mismo, los monitores de los campamentos urbanos están poco preparados, acaban de obtener el curso. Podrían haber contratado al personal de los parques infantiles, en estas situaciones, la profesionalidad te la da la experiencia", relata.

Cocoloco y Kórkora Park son dos de los parques de juegos infantiles coruñeses que forman parte de la Asociación de Empresarios de Ocio Infantil de Galicia, de reciente constitución, este mismo mes. Una herramienta con la que los empresarios del sector esperan poder optar a esas ayudas que, consideran, les corresponden y necesitan ante las altas posibilidades de cierre. "Tras la pandemia, nos encontramos con un problema de regulación del sector. No se sabe cuántas empresas lo componen, ni en qué Consellería preguntar, porque hasta ahora no ha hecho falta. Nos hemos topado con una problemática estructural como colectivo, no se nos tiene en cuenta", lamenta el presidente de la Asociación, David Fernández.