El Covid-19 fue creado en un laboratorio por el ser humano. Contra él las mascarillas no funcionan, y un método eficaz para eliminarlo de los pulmones sería inyectar en los pacientes desinfectante. Desde marzo, algunas de estas disparatadas ideas circulan por redes y grupos de WhatsApp tanto como teorías como en forma de verdades -la última lanzada por el propio presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en una rueda de prensa en la Casa Blanca-, y más de uno las asume empujado por la incertidumbre que rodea a la pandemia. Los resultados suelen ser fatales. "Ha habido gente que ha tenido serios problemas por hacer auténticos disparates sanitarios", apunta el decano de la Facultad de Ciencias de la Universidade da Coruña (UDC), Moisés Canle.

El investigador, licenciado en Química, se encuentra como muchos compañeros en una lucha contra las noticias falsas. Por ello impartirá mañana una ponencia sobre ellas, Bulos, pseudociencias e outras estratexias para estender e agravar unha pandemia, dentro del ciclo de conferencias web sobre el virus de la Fundación UDC. El científico, que aboga por ir siempre al origen de los datos, iniciará a las 12.00 horas su charla, que estará moderada por el director del área de Innovación del Concello Emilio Lesta. La inscripción, en la web de la Fundación, es gratuita.

Ya estábamos en la era de los bulos. ¿Se ha agravado con la pandemia?

La situación ya venía fea de antes, sí. Había mucha pseudociencia. Lo que probablemente se haya agravado en este momento es el tema de los bulos. De hecho, igual que se habla de una epidemia, se habla de una infodemia de noticias falsas, muy desafortunadas porque influyen en la salud de las personas.

¿El miedo es el mejor caldo de cultivo?

Estamos en una situación en la que la gente está muy pendiente de las informaciones que se dan sobre la pandemia. Es el momento ideal para que toda esta gente que se dedica a propagar disparates empiece a decir tonterías sobre si esto lo han fabricado en un laboratorio y se ha dispersado voluntariamente, si se cura con dióxido de cloro, si las mascarillas no sirven? Algunos supongo que disfrutarán de ello, pero ha habido gente que ha tenido serios problemas por seguir según qué indicaciones y hacer auténticos disparates sanitarios.

La que más triunfó fue la teoría conspiranoica sobre el virus creado.

Sí. Pero hay evidencias científicas de que eso no tiene ningún tipo de veracidad. Lo que ocurre es que hay gente que tiene millones de seguidores y que está diciendo auténticos disparates, con un altavoz monstruosamente grande que hace que todo esto se propague de una forma brutal. Y lo que esa persona ha dicho en un minuto, los que trabajan en ciencia necesitan tres meses para contrarrestarlo. Además, necesitamos ser muy convincentes. Muchas veces las evidencias científicas son un terreno árido en el que a la gente le cuesta entender lo que estamos diciendo.

¿Hay un sector interesado en desinformar sobre el Covid?

Yo creo que hay gente a la que le gusta hacer mal, y luego hay gente que de verdad cree ciertas cosas. Es algo muy antiguo que ha llevado a muchos problemas en la historia. A base de decir una mentira mil veces, llegas a interiorizarla.

Un problema que hubo durante la epidemia fueron las informaciones contradictorias desde las propias autoridades. ¿Lo empeoró?

Sí, por ejemplo, el tema de las mascarillas. Primero no, luego ya veremos, ahora son imprescindibles? Pero lo que hay que entender es que esta es una situación muy cambiante, y que es así cómo la ciencia funciona: yo descubro algo hoy y en ese momento es lo mejor que tenemos, pero eso no quiere decir que sea lo último, porque si tú mañana descubres algo que lo supera, yo lo acepto.

Comentaban los investigadores que la epidemia iba a romper la idea de los ciudadanos de que la ciencia era algo sólido.

Claro, la ciencia es totalmente dinámica. De hecho, esa es la base del método científico. Pero eso a la sociedad le cuesta entenderlo. ¿Cómo puede ser que hoy la Organización Mundial de la Salud (OMS) diga que no se transmite por el aire y que mañana, con unas nuevas evidencias, diga que cree que sí?

¿Ha dañado la imagen de la ciencia esos debates internos que ahora son públicos?

Puede ser difícil entender ese dinamismo, pero no es nada nuevo. Todos sabemos que hubo un tiempo en el que se decía que si tenías la tensión alta no podías tomar sal, y ahora no es tanto problema. Pero lo que no hay que dejar es que los árboles nos oculten el paisaje. Lo que la sociedad tiene que entender es que todo el bienestar del que disfrutamos ha venido de la ciencia. En menos de un siglo hemos pasado de una esperanza de vida de 40 años a una de 80, luego este modelo dinámico tan mal no funciona. Es cierto que en países de África el nivel de bienestar no tiene nada que ver con el nuestro, pero incluso ellos han mejorado y, en proporción, lo han hecho incluso más.

¿Saldrá robustecida o debilitada la divulgación científica después de la pandemia?

Yo creo que la divulgación científica es uno de los campos que van a salir muy reforzados, porque los divulgadores están haciendo un esfuerzo enorme por trasladar a la gente cosas que son difíciles de entender. Ya en los últimos años la divulgación comenzaba a ser muy popular, pero creo que el esfuerzo que se está haciendo ahora mismo es muy notable.

Cuando llega una de esas informaciones sanitarias a nuestras redes, ¿cuál debe ser nuestra actitud?

Yo creo que lo primero es intentar ver de dónde procede la información. No es lo mismo la que sale publicada en Redacción Médica, que es una revista de los colegios de médicos, que una que sale en la hoja informativa de una asociación de vecinos. Igual que no es lo mismo que un famoso en Twitter ponga una noticia a que te lo diga la OMS, por mucho que la OMS vaya cambiando de opinión según la situación va modificándose. Esto es muy fácil de decir, pero la mayor parte de los ciudadanos no tienen ni el tiempo y a veces ni la formación para hacer ese ejercicio de contrastar. Pero lo que pueden hacer es ver el origen, y decidir a quién se van a creer primero.

Una de las noticias que más interesa actualmente es la de la vacuna. ¿La ve cercana?

Hay muchos grupos en el mundo trabajando en la vacuna desde diferentes aproximaciones, y probablemente es la primera vez en la historia de la ciencia que ocurre un esfuerzo colectivo de este calibre ajeno a bloques geopolíticos. Supongo que habrá una vacuna, probablemente a no mucho tardar, pero eso en ciencia pueden ser bastantes meses. Ahora, otra cuestión es, ¿cuál va a ser su nivel de eficacia? Todos hemos oído quejas de la vacuna de la gripe porque a pesar de ella hay quien se contagia. Aquí pueden ocurrir cosas parecidas porque los virus mutan muy rápido. Con todo, yo no abandonaría la vía de los tratamientos y sobre todo la de la prevención, porque luego está el tema de cuál va a ser el criterio de vacunación.

¿Los mayores primero?

¿Por qué no primero al colectivo sanitario? Yo sería a los primeros a los que vacunaría, y luego a los que trabajan con grupos de personas, porque son los que más propagan la epidemia. Pero claro, el que tenga un padre con 75 años dirá que quiere que le vacunen. ¿Vamos a ser capaces de tener suficientes dosis? Ahí es donde viene el problema, y ya estamos viendo situaciones egoístas como las de Estados Unidos, que se compra todas las vacunas de una de las casas que las está preparando.

Ha invertido muchos fondos. ¿Se mantendrán los de los científicos ante la crisis económica que se avecina?

Creo que deberían mantenerse no solo para el campo biosanitario, sino también incrementarse para todas las áreas. El año pasado, sin ir más lejos, cualquiera que hubiese presentado un proyecto sobre transmisión de enfermedades de animales a humanos probablemente lo hubiesen desechado. Hasta que llega una situación de este tipo. Ahora todo el mundo hubiera querido estudiar muy a fondo las zoonosis, pero en los últimos años los proyectos de zoonosis eran desechados de antemano porque no eran importantes.

¿Vamos siempre un paso por detrás?

Efectivamente. Pero sobre esto llevaba advirtiendo la ciencia muchos años. Y hay otras cosas sobre las que nos está avisando también, como el efecto de la contaminación atmosférica. ¿Vamos a esperar a tener una atmósfera irrespirable? ¿Y después, quién resuelve el problema? La gente pedirá que la ciencia haga algo rápido, pero si tienes la atmósfera contaminada va a ser difícil hacer algo que no sea llevar la mascarilla 24 horas. Y lo mismo con el agua. Están apareciendo nuevos contaminantes y no podemos permitir que se sigan acumulando, pero es un tema poco relevante. Si se puede beber, la gente piensa en ir viéndolo dentro de 20 años, cuando hay que mirarlo ahora, antes de que llegue.