Primero fueron las ratas, que se colaban en las terrazas del edificio aledaño desde sus nidos en un bajo sin actividad. Y ahora, 15 años después de aquello, son las palomas, que les han tomado el relevo en el mismo espacio abandonado. El número 4 de la calle Julio Rodríguez Yordi se ha convertido en un foco de infección e insalubridad para los vecinos de la vía, que denuncian las condiciones en las que se ven obligados a vivir. Los residentes de la vivienda colindante, la número 2, aseguran que las aves han provocado "un problema sanitario" en la zona, y critican la inacción del Ayuntamiento, ante al que han registrado una decena de denuncias. Este diario preguntó ayer por este caso al Concello, sin obtener respuesta.

Alrededor de una veintena de familias se encuentran afectadas por el exceso de palomas, un problema que se está extendiendo por otros puntos de la calle. Una de las vecinas del edificio indica que el bajo frente a su casa ha quedado abandonado, y que los pájaros también se han instalado en él para poner sus huevos. Otro inmueble que hace esquina sufre el mismo inconveniente, ya que estos espacios a pie de vía no están sellados. El del número 4 posee un ventanuco abierto por el que se introducen las palomas, que "pican las ventanas y hacen la acera intransitable con sus excrementos".

Según la comunidad de vecinos, el recinto lleva abandonado al menos 40 años. La primera denuncia presentada fue en 2005, y este noviembre el Concello envió a un técnico para evaluar el problema. Una vecina asegura que les confirmó que "era insalubre", y les prometió un informe que ha acabado en manos del área de Medio Ambiente. Los residentes se quejan del silencio administrativo mientras van sumando daños, como la oxidación del aluminio de las ventanas por la continua limpieza y la imposibilidad de ventilar los cuartos porque "entran los pájaros".

La presidenta de la comunidad, Sonia Cedeira, indica que en los dos últimos años la situación se ha recrudecido, y suma una plaga más: la de las gaviotas. "Están en el patio interior y en los tejados. Y como un contenedor quede un poco abierto, se ponen a revolver en la basura", denuncia. La residente señala además que las aceras son muy estrechas y que no tienen manera "de esquivar las deposiciones" de las aves, para las que exige una solución al Concello al margen de quién sea el propietario del bajo.