Abril de 2018, concretamente el día 14. Esta fue la precisa previsión que en octubre de 2013 dieron la Autoridad Portuaria y Repsol sobre el comienzo de la actividad de la compañía petrolífera en el puerto exterior. En aquel momento las dos partes firmaban un convenio por el que la empresa abandonaría parte de los terrenos del muelle de San Diego en los que empezó a operar en 1964 para establecerse en punta Langosteira. Dos años y cuatro meses después de aquella optimista estimación, Repsol no ha podido instalarse en la dársena exterior por el retraso en el comienzo de algunas obras, como la de su pantalán, y por la falta de permisos, aún, para iniciar otras, como la del poliducto de conexión con la refinería.

Las nuevas previsiones de la primera fase del traslado a Langosteira no tienen horizonte. Ahora son inmediatas las expectativas respecto a trabajos que ya acumulan un importante retraso, como el poliducto, cuya construcción durará un año. Este mes o a comienzos de septiembre la Dirección Xeral de Patrimonio debería dar su aprobación al proyecto entregado por Repsol para extraer, trasladar y reubicar un petroglifo hallado en Nostián que está situado en el trazado por el que discurrirá la conexión de tuberías entre el puerto exterior y la refinería. El visto bueno de la Xunta activaría la intervención, que podría contar ya con la licencia del Ayuntamiento de A Coruña para añadírsela a la del Concello de Arteixo, que ya tiene la empresa desde octubre pasado.

Repsol recibirá por dejar parte del suelo que ocupa en los muelles urbanos una compensación de 23,9 millones de euros que el Puerto, según lo previsto en el convenio de 2013, abonaría en 15 años. La compañía tenía a partir de entonces un plazo de 54 meses para tramitar autorizaciones y permisos, desarrollar la ingeniería necesaria y construir instalaciones para comenzar a operar en su nueva ubicación. Dispondría de una parcela de 30.000 metros cuadrados, además de 15.000 que ocuparían la canalización de las tuberías y otros 20.000 de lámina de agua. El acuerdo recoge una posible ampliación futura de las instalaciones portuarias de hasta 285.000 metros cuadrados adicionales.

Enrique Losada, presidente del Puerto, matizaba hace siete años que si los trámites y las obras lo permitían, el traslado de Repsol a Langosteira podía materializarse antes de lo previsto. Pero los inconvenientes que suelen surgir en las grandes obras aparecieron también en esta ocasión y cuando ya debía estar operando la empresa, en 2018, se empezaron a dar plazos para finales de 2019. Hasta julio de hace dos años la empresa no adjudicó por 25,4 millones de euros la obra civil marina para la descarga de crudo en el puerto exterior, que incluía la construcción de un pantalán para el atraque de petroleros. Más de un año después, a finales de 2019, Repsol obtuvo la licencia del Concello de Arteixo para construir su terminal de graneles líquidos con una inversión de 18,7 millones.

Estos trabajos prosiguen, y como parte de ellos la compañía petrolífera cuenta con disponer de una subestación eléctrica secundaria, una sala de control, una caseta de control en el frente del atraque, una garita de vigilancia y una caseta de bombas con el sistema contraincendios. Junto con el pantalán, estas obras ocuparán una extensión superficial de lámina de agua de unos 20.000 metros cuadrados.

La actuación de envergadura que tiene pendiente Repsol es el poliducto para transportar crudo desde la refinería hasta las instalaciones de punta Langosteira. Sin permisos no es posible arrancar y lo que ha frenado la autorización del Concello de A Coruña ha sido el hallazgo de un petroglifo en una zona de Nostián incluida en el trazado. Tras casi un año de estudio e informes, Patrimonio concluyó que los restos descubiertos han de ser conservados, por lo que encargó a Repsol que elaborase un proyecto para mover y reponer el petroglifo. Si ese plan es aceptado por el departamento de la Xunta en el próximo mes, el poliducto podrá ser construido en el plazo de un año. En el mejor de los casos, los cálculos llevarían a Repsol a instalarse en el puerto exterior a finales de 2021, tres años y medio después de la primera estimación.