Nuevo mazazo para los hosteleros, los comerciantes y para el sector turístico con las nuevas restricciones que la Xunta ha impuesto en la ciudad para intentar frenar los rebrotes de coronavirus. El presidente de los hosteleros de La Marina, Antón Sáez, lamenta que las restricciones que entraron en vigor ayer por la noche "penalicen" al ocio nocturno, cuando los rebrotes más importantes no se produjeron en estos negocios. Considera que el problema no está en los bares, que defiende que intentan cumplir las normas, sino en las personas que eluden hacerlo en reuniones familiares, en la playa o cuando salen a la calle o en sus locales.

Este cierre del ocio nocturno y la prohibición de las fiestas y verbenas, que se aplica en A Coruña, Arteixo, Culleredo, Oleiros, Cambre, Abegondo, Carral, Bergondo y Sada, se suma a la cancelación de las salidas y de las visitas en las residencias de mayores y al cierre de los centros de día, que se da en toda el área sanitaria de A Coruña y Cee.

A Coruña y los concellos limítrofes, Arteixo, Culleredo, Oleiros y Cambre, ven reducido desde esta madrugada también el aforo máximo en los comercios y en la hostelería al 50%. El cierre de bares y restaurantes se establece a la una de la madrugada y las reuniones familiares no pueden contar con más de diez personas.

"Nos parece que tomaron esta medida [de cerrar los negocios de ocio nocturno, prohibir fiestas y verbenas y limitar el aforo] por quedar bien y sin consensuar. El problema no es la hostelería ni los gimnasios sino el incumplimiento de las normas. Está habiendo cobardía política a la hora de afrontar el cumplimiento de las medidas y lo fácil es atacar al sector de la hostelería, que está muy atomizado y que, seguramente, no se organice nunca para hacer una gran protesta", denuncia Sáez. Pone el foco también en la necesidad de que se impongan más multas cuando no se cumplan las normas vigentes, como el uso de la mascarilla. "Si todas las medidas que teníamos se cumpliesen, podría estar abierto cualquier negocio", concluye Sáez.

Para este sector de la ciudad volver a acogerse a los ERTE, según relata el presidente de la asociación de hostelería de La Marina, no es una solución suficiente, ya que en los meses de verano, sobre todo, en agosto, con las fiestas y el buen tiempo, es cuando facturan "para sobrevivir en invierno", cuando las ventas son menores por la ausencia de turismo y de actuaciones.

"Este año ya no contábamos con ese ahorro extra de agosto y, si no nos permiten abrir en agosto, lo que están haciendo es sentenciar a una parte del sector", relata Sáez, que recuerda que los meses de invierno son más flojos en facturación y que, aunque se les permita abrir, con normalidad y cumpliendo con las normas de desinfección algunos no podrán afrontar los gastos.

El presidente de la asociación de comerciantes de la Ciudad Vieja, Adolfo López, explica que las restricciones, en un sector como el suyo, que en verano se beneficia del turismo, estas nuevas restricciones no ayudan a la recuperación. "Habrá que ver qué imagen se proyecta de la ciudad y el efecto cascada que tienen estas medidas en el turismo, si la gente quiere venir aquí o ya no", comenta, aunque defiende que se tomen medidas para impedir la transmisión del coronavirus entre la población con criterios sanitarios. "Este año está siendo atípico para todos y las medidas que se están tomando son para el futuro. Habrá que ver quién puede aguantar y quién no económicamente", relata López, que cree que esta crisis se llevará por delante a muchos negocios de la ciudad.

El presidente de la Federación Unión de Comercio Coruñesa (FUCC), José Luis Boado, considera que, con estas restricciones, la Xunta "castiga" al pequeño comercio "que lo ha hecho bien" y que lo sume en una crisis de la que estaban empezando a salir. "Le pedimos a la Xunta que reconsidere por áreas estas medidas y que tenga en cuenta los vectores de los focos y que actúe sobre ellos y no sobre los demás", comenta.

"En el pequeño comercio de la ciudad no se han dado aglomeraciones ni se han registrado positivos, además, la gente se prueba la ropa o se la compra y se va para casa, no hay peligro. Vamos para atrás con estas medidas cuando habíamos recuperado la confianza de los clientes", explica. Sus esperanzas en la reactivación de la economía estaban puestas en los bonos que da el Concello para consumir en el comercio de la ciudad y que, ahora, no saben cómo funcionarán si tienen que restringir el acceso a sus tiendas al 50%, ya que no podrán atender a tantos clientes como antes y temen también que estas restricciones se traduzcan en "miedo" y en menos consumo.

El presidente de la Asociación de Empresas de Hospedaje (Hospeco), Richard Huerta, considera que las nuevas restricciones "no benefician a A Coruña como destino", porque el hecho de que la hostelería cierre antes o que no haya fiestas ni verbenas no alienta al turismo, aunque cree que, al haber sido tomadas con criterios sanitarios, les toca "adaptarse, seguir trabajando y transmitir seguridad y confianza a los turistas". Defiende que los negocios de hospedaje están cumpliendo todas las normas de seguridad que se ls han impuesto para evitar el avance de la pandemia.

A Huerta le "llama la atención" que la Xunta haya tomado esta decisión de restringir la actividad en A Coruña y su área cuando hay lugares en España "con peores resultados" en los que no se ha actuado con tanta contundencia. "La salud es lo primero", resume.