Con Siobhan Zabala no hay prejuicios que valgan. A sus 20 años ha terminado el ciclo básico de Fabricación y Montaje, donde tocó todos los palos: fontanería, carpintería de aluminio, mantenimiento o sistemas de climatización. Por si fuera poco, en septiembre empezará el de Automoción, su verdadera pasión y a lo que espera dedicarse en un futuro. El verano lo dedica a sacarse los carnés de coche, camión, carretilla y excavadora. Ahí es nada. "Al principio, no tenía ni idea de cómo usar las máquinas. Ahora me parecen juguetes", relata ella.

No ha sido, asegura, un camino fácil. Tras una Secundaria complicada en todos los sentidos, el ambiente con sus compañeros en el ciclo le llevó a pensarse dos veces si quería continuar. "En una prueba, había que montar un baño entre dos. Me dejaron sola y lo hice yo misma". Así de sencillo. Su experiencia en el mundo laboral le ha enseñado que su esfuerzo tendrá que ser doble si quiere crecer en su sector.

"Ser mujer, a veces, te cierra puertas. Mandas el currículum, les gustas, te entrevistan, ven que eres una chica y no vuelven a llamarte", lamenta. Que no lo tendrá fácil es algo que pudo comprobar durante sus prácticas en una empresa de soldadura, donde asistió en primera persona a la división del trabajo por roles que todavía existe en su gremio. "Me daban poco para soldar. Fueron los compañeros los que más me ayudaron. Me ponían a limpiar. En la empresa eran 300 hombres, a las mujeres las contrataban para empaquetar los muebles".