El 21 junio terminó en toda España la vigencia del estado de alarma, que tuvo consecuencias funestas para la actividad de los empresarios de hostelería, quienes durante meses se vieron primero obligados a mantener cerrados sus establecimientos y luego a abrirlos con importantes restricciones. Pero pocos días después de que se normalizara la situación en este sector empresarial, el 5 de julio, el rebrote de casos de coronavirus focalizado en A Mariña, donde se contabilizó un centenar de contagios llevó a las autoridades sanitarias a tomar medidas, que de nuevo afectaron a la hostelería, por lo que la experiencia que vivieron los empresarios de ese sector puede ilustrar a sus compañeros de A Coruña, que sufren ahora una situación parecida.

El caso de A Mariña fue, al menos hasta el momento, más grave que el coruñés, ya que el Gobierno gallego decretó el confinamiento en la comarca de los 71.000 habitantes de los municipios de Alfoz, Barreiros, Burela, Cervo, Foz, Lourenzá, Mondoñedo, Ourol, Ribadeo, Trabada, O Valadouro, O Vicedo, Viveiro y Xove. El día 10 se levantó esta medida para las localidades situadas en el interior, aunque continuó en la costa hasta el 16, a excepción de Burela, donde no se permitió la libre circulación de personas entre un municipio y otro hasta el 22 de julio.

"Las medidas fueron aprobadas de semana en semana", explica José Carlos Paleo, presidente de la Federación de Comercio de A Mariña, en la que también se integran los establecimientos de hostelería, a los que desde el 5 de julio se les impuso la limitación de horario hasta las doce y media de la noche, la prohibición de servir en la barra y la reducción al 50% del aforo, además del cierre total del ocio nocturno.

El 22 de julio se amplió el horario de apertura de la hostelería pero se mantuvo la reducción de aforo, mientras que al cabo de tres semanas se normalizó la situación, a excepción del ocio nocturno, que permaneció cerrado hasta el 5 de agosto. "Las empresas tuvieron que volver a mandar al personal a un ERTE, unos a todos los empleados y otros a unos pocos, mientras que algunos negocios cerraron porque no tenían terrazas. y no les compensaba abrir", comenta Paleo sobre las consecuencias de las medidas adoptadas.

"Nos empezamos a recuperar en la última semana de julio y se reinició todo muy bien, ya que ahora mismo estamos a tope", detalla el presidente de los comerciantes de A Mariña, quien advierte sin embargo de que en los primeros quince días de restricciones se cancelaron todas las reservas que se habían efectuado.

Paleo admite que los visitantes tienen miedo al contagio, "pero es pleno verano y la gente tiene que salir, y en A Mariña además hay mucha segunda residencia y eso ayuda". Sobre el impacto del confinamiento en la imagen de la comarca, considera que "el daño fue puntual porque no se perdió mercado" y que sobre la posibilidad de cierres definitivos "la gente tomará las decisiones al final del verano, ya que cada día es una victoria". Y anima a los hosteleros de esta ciudad: "A Coruña va a seguir siendo A Coruña cuando pase esto".