El día de ayer, en el que a primera ahora llovió y después la neblina cubrió el cielo el resto de la jornada, no invitaba para nada a acudir a la playa. Pero esa circunstancia no afectó al sistema de control de la afluencia a los arenales mediante semáforos, que continuaron funcionando durante todo el día a pesar de que los únicos que se atrevieron a mojarse son los irreductibles a quienes no asustan ni los temporales del invierno. Así, los semáforos se unieron en su inusual jornada a los socorristas, que también debieron permanecer en sus puestos de vigilancia aunque el número de bañistas fue prácticamente inexistente a causa del mal tiempo.