La coruñesa Iria Prendes lleva quince años recorriendo el mundo y, desde hace cinco, lo hace en bicicleta. Durante un viaje por Sudamérica, que duró tres años, en enero de 2017, se le ocurrió la idea de fundar una comunidad digital de mujeres que viajan en bicicleta y de habla hispana, para poner en común sus inquietudes, sus trucos y rutas. "Nos comunicamos, resolvemos nuestras dudas, nos pasamos consejos, las más veteranas ayudan a las nuevas...", explica Prendes.

Tres años después, son ya 2.850 las mujeres que, desde su casa o desde el lugar del mundo que están recorriendo ahora, se unen para compartir su sabiduría y su experiencia. "Nos damos cuenta de que no importa dónde estemos porque la forma de viajar y las dudas son las mismas. Nos sentimos muy identificadas las unas con las otras", resume Prendes, que la próxima semana y la siguiente impartirá un campus para todas aquellas mujeres que están pensando en lanzarse a la aventura de viajar en bicicleta y que todavía no se atreven a hacerlo por falta de conocimientos. Solo hay disponibles dos plazas para este campus, que se celebrará del 26 al 30 de agosto, y cuyas condiciones se pueden consultar en la web rutaspangea.com.

Durante el año 2018, Prendes hizo una vuelta a España en bicicleta con parada en ciudades en las que había colectivos cicloactivistas feministas en los que impartía un taller en el que les daba a las participantes las claves para salir, por primera vez, a viajar en bicicleta. Los miedos a los que se enfrentan son siempre los mismos. "Se piensan que tienen que ser muy deportistas y eso no tiene que ser así y también está el tema de cómo ve el mundo a una mujer viajando sola. No es tanto el miedo que nosotras tenemos sino cómo nos ven", relata. A esos miedos se suman las inquietudes que podrían tener también los hombres, como si serán capaces de arreglar la bicicleta si se les estropea o cómo pueden hacer para llevar las cosas y que no les pesen tanto en el camino.

Comenta que las ciudades son siempre "más hostiles" que el ámbito rural y que hay estereotipos que se rompen cuando se viaja en bicicleta., porque las rutas pasan más por el campo que por grandes urbes. "Hay países que tienen una publicidad que no es real, como Colombia, que tiene fama de ser peligrosísimo y de peligroso no tiene nada o Irán o países del este europeo", puntualiza.

Eso no quiere decir que, en estos quince años recorriendo el mundo, no se haya enfrentado a problemas serios. "Si le preguntamos lo mismo a cualquier chica, seguro que, en quince años, también ha sufrido alguna situación así. Viajando es igual. No hay ni más ni menos, Incluso podría decir que las situaciones más tensas y de más agobio las viví en las ciudades, en un ámbito conocido", resume Prendes que, en este campus de agosto, quiere convertirse en "esa amiga que te anima a lanzarte y que te dice que puedes hacerlo", comenta. Y es que, en esta ruta de cuatro días por Galicia, pretende darle a las participantes las claves para que ellas puedan viajar en bicicleta después y que no salgan a la carretera "sintiendo miedo", que es todo cuestión de táctica.

Para Prendes, que ha viajado por todo el mundo, la bicicleta se convierte en una buena aliada en los viajes porque permite "sentirlo todo". "Viajar en bicicleta te genera felicidad y alegría porque estás haciendo deporte. Cuando llegas a un sitio, por muy cansada que estés, no es lo mismo saber que has llegado gracias a tu esfuerzo que por haber cogido el transporte público, además, te permite para dónde quieras, el tiempo que quieras... Es un medio de transporte barato y ecológico. A mí me parece esencial ir a los sitios y no estar tragando humo, como en una caravana", concluye Prendes que, por la pandemia, ha dejado aparcadas nuevas aventuras por el mundo.

Defiende también que, en este momento, en el que compartir espacio se convierte en un factor de riesgo de contagio, la bicicleta se revela como una aliada perfecta, ya que es de uso individual y ayuda a mantener la distancia de seguridad. Además, explica, la velocidad "es perfecta" porque permite disfrutar del paisaje y de la gente. "Nos permite bajar este ritmo tan acelerado que tenemos ahora", concluye.

Y para empezar, ¿qué hace falta además de ganas? Prendes dice que una bicicleta con la que las viajeras se sientan cómodas, y en la que tengan confianza, no necesitan que sea la mejor del mercado, ni mucho menos, solo que tenga cambios para poder adaptarse al terreno.